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¿Fiestas mejores que las de los pueblos? Todavía no se han inventado
No conozco las tradiciones de todos los países del mundo, pero me atrevería a apostar que en ninguno se pueden vivir unas fiestas tan tradicionales, y a la vez tan brutales, como las fiestas de los pueblos españoles. Tengan 200, 100 o incluso 50 personas, no hay otra actividad que las supere.
11 Julio 2019
|Las grandes ciudades tienen las mejores discotecas del mundo, con un ambiente increíble, mucha gente (y, por consiguiente, muchas más opciones de ligar), la música más de moda, e incluso alguna actuación estelar. Sin embargo, si le preguntas a cualquiera si prefiere un fin de semana saliendo por las discotecas de moda, o un fin de semana de fiestas de pueblo, todos van a elegir la segunda opción, aunque el pueblo tenga menos de un centenar de habitantes. O al menos, todos deberían hacerlo. Y si alguien contesta lo contrario, o miente, o es que no tiene ni idea de la vida.
¿Qué atractivo puede tener un pueblo perdido de la mano de dios con tan poca gente? Si no lo has vivido es difícil de explicar, pero en MENzig lo vamos a intentar.
De fiesta 24/7
El ritmo de vida en las fiestas de los pueblos es absolutamente imposible de seguir el resto del año. Principalmente, porque los horarios son demoledores. Llegas a tu pueblo por la tarde, deshaces mínimamente la maleta, te enfundas el atuendo oficial (pantalón cómodo, deportivas y camiseta/sudadera de tu peña), y dejas el móvil (puede que no lo vuelvas a ver hasta el final de las fiestas). Y directo al bar, como no puede ser de otra manera.
Caen las primeras cervezas, o sangrías si no eres mucho de cerveza, a gusto del consumidor. Te reúnes con los colegas que a veces llevas sin ver desde las fiestas del año anterior, y aprovecháis para poneros al día. Al fin y al cabo, va a ser el momento de mayor serenidad de toda la semana. Llega la noche y se cena. En los pueblos los horarios son muy relativos, pero cenar alrededor de las 11 de la noche no es algo extraño, ni mucho menos. Mejor, cuanto más tarde vayamos con comida en el estómago, más nos lo agradecerá nuestro yo de dentro de unas horas. Y de ahí, al lugar habilitado para beber. Ya sea bodega, frontón, merendero, explanada, bosque o lo que haya. Un beber sin control ninguno. Hay quien se inclina más por la bebida de la tierra (pacharán, orujo, txacolí), y hay quien se mantiene en las importadas (Jaggermeister, whisky, ron, vodka). Lo que sea, pero en cantidades industriales.
La verbena
¿Por qué no se va directamente hacia la música? Normalmente alrededor de la medianoche comienza la verbena, para la cual los pueblos más pequeños hacen su mayor inversión del año. Sin embargo, las primeras canciones que entonan los cantantes (que, para las cifras de público en las que se mueven, suelen ser decentes) son pasodobles. Nuestros mayores también tienen derecho a disfrutar de unos bailes antes de marcharse a dormir, y los jóvenes lo respetan, están a otras cosas.
Cuando la juventud decide aparecer por la plaza (sí, la plaza, no suele haber más de una); alguno ya va en un estado por el que cualquier médico le recomendaría ir dormir la mona. Pero no aguantar estoicamente los golpes de las fiestas y la bebida es motivo de vergüenza y escarnio en el pueblo, por lo que hasta que no queda más remedio, nadie se va a casa. Además, siempre hay una localidad vecina con la que desde tiempos inmemoriales existe un odio exacerbado y recíproco, ante las cuales no se debe nunca mostrar debilidad.
Lo más visto
La música
No hay música mejor que la de una fiesta de pueblo porque lo engloba todo. Desde el reggaeton y trap que se pueden escuchar en cualquier discoteca, hasta las típicas canciones de los primeros 2000 que todo el mundo se sabe (Melendi, Estopa, El Canto del Loco, Amaral), pasando por clásicos de la época de nuestros padres (Raphael, Nino Bravo, Julio Iglesias, Marisol, Formula V) y por el rock español de Extremoduro, Marea y similares. Por no hablar de los insustituibles Ska-P que siempre aparecen con alguno de sus grandes éxitos, creando los mayores pogos que jamás hayas visto o temas atemporales como el 'Mari Carmen' de la Pegatina. Vamos, como si fuera un karaoke multitudinario.
Hay hueco incluso para grandes éxitos de la coreografía simple como La Macarena, Mayonesa, Follow the Leader o Saturday Night, cosas que no bailaríamos en público en ningún otro lugar.
Para los artistas son muchas horas seguidas cantando, por lo que en mitad de la velada, se suele hacer un descanso, que se aprovecha para una partida de bingo. Puedes ganar, puedes perder, pero cantar bingo por error en el pueblo es de las experiencias más humillantes de la vida de una persona, así que ante la duda, mejor quedarse callado.
Se acabó la verbena, ¿y ahora qué?
La música se acaba, el camión se marcha, la feria en la que no te has llevado ni el perrito piloto se cierra, pero aún estamos lejos de que se acabe la fiesta. Antes de nada, se recomienda echar un ojo a las ingentes cantidades de basura que quedan en la zona tras la marcha del camión. Parece asqueroso, y lo es, pero en vistazos de este estilo te puedes encontrar dinero, botellas sin abrir y otras muchas joyitas por la patilla.
Es el momento de ir a las peñas, el refugio en el que tú y tus amigos encendéis la música (es el momento del techno) y cerráis la fiesta por todo lo alto. Bueno, depende del pueblo, en algunos, se debe aguantar un poco más porque toca acompañar a las dianas. Para aquel que no lo sepa, las dianas consisten en marchar junto a la banda del pueblo a una hora temprana (alrededor de las 9 de la mañana) despertando y pidiendo dinero por las casas. Similar a las charangas pero más cansados y con más ganas de molestar.
Toca dormir, si tienes suerte
Si no se tercia ninguna actividad por la mañana (los encierros suelen ser la más habitual), es el momento de dormir. No las 8 horas que todos deberíamos. Tal vez ni la mitad, pero aprovecha bien estos momentos, porque no hay muchos.
Durante el día, las actividades culturales se suceden. Cucaña, torneos de mus, tute, brisca y dominó e incluso eventos deportivos, a los que no se suele llegar en las mejor condición física, pero no hay que olvidar que los rivales hicieron lo mismo que tú la noche anterior.
Todo esto aderezado con el comer sin conocimiento, como decía Leo Harlem en su monólogo sobre este tema. Porque en los pueblos lo de las cantidades, se toman muy en serio el "mejor que sobre, que no que falte". Si tienes suerte de tener a tu abuela en el pueblo, la comida revivirá a cualquiera. Si no, habrá que echarle morro, pero en el pueblo nadie se queda con hambre.
Y vuelta a empezar
Y así un día tras otro hasta el domingo, que suele ser el día en que las fiestas tocan a su fin. Un círculo vicioso de comer-beber-fiesta que parece que no va a acabar nunca. En la zona norte de España, una de las actividades con las que se cierran las fiestas es con un partido de pelota vasca, de profesionales que juegan amistosos en los frontones españoles.
También es el domingo el momento de los actos religiosos, a los que a muchos nos ha tocado ir sumidos en la mayor de las resacas. Porque no hay nada más común a todos los asistentes que ese dolor de cabeza de fin de fiestas que, aunque molesto, te recuerda lo bien que te lo has pasado en la semana festiva de tu pueblo, a la que por nada del mundo quieres faltar el año que viene.
Tour interpueblos
Muchas personas asisten únicamente a las fiestas de su pueblo, o como mucho el de algún amigo. Pero por encima de ellos están los verdaderos héroes. Esos valientes que se recorren las fiestas de su pueblo, y de todos los de alrededor en una maratón veraniega no opta para todos los hígados
Pero por muchas palabras que escriba, no se puede comparar a vivirlo, es el momento de probarlo. Y si no tienes pueblo, intenta acoplarte a alguno de un amigo. Te esperan los mejores días del verano.