'Hijo de Sam', la ley que prohibe a los criminales lucrarse por contar su historia

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David Berkowitz, el asesino serial que hizo que se legislase sobre el lucro de los criminales en series y películas

¿Quién se lleva el dinero de los libros, películas y series sobre delincuentes? La ley 'Hijo de Sam' surgió en 1977 para legislar sobre ello.

Por Irene Melgosa  |  16 Enero 2023

El éxito de 'DAHMER' ha vuelto a poner de moda las producciones sobre asesinos en serie. Porque, en realidad, películas y series sobre los asesinos sanguinarios que nos ha dejado la historia (sobre todo en EEUU) hay cientos, algunas de ellas de muchísima repercusión y rédito económico. Pero, si un personaje público se lleva parte de ese dinero cuando su historia se traslada a la pequeña o gran pantalla, ¿los asesinos en serie también generan royalties? Si Jeffrey Dahmer estuviera vivo, ¿Netflix tendría que haberle pagado por reflejar sus crímenes?

Para resolver esta peliaguda cuestión tenemos que hablar de David Berkowitz. Conocido como el 'Hijo de Sam' o el 'asesino del calibre 44', Berkowitz fue un asesino serial condenado a seis cadenas perpetuas que sentó un precedente jurídico: la ley 'Hijo de Sam', que regula que los criminales no puedan lucrarse vendiendo sus historias. Pero, ¿qué hizo Berkowitz para tener tal impacto?

David Berkowitz, el asesino que quiso lucrarse con sus crímenes
David Berkowitz, el asesino que quiso lucrarse con sus crímenes Getty

Los crímenes de David Berkowitz y el origen de la ley 'Hijo de Sam'

Nacido en 1953 fruto de un embarazo no deseado, David fue adoptado por una familia judía, Nathan y Pearl Berkowitz. Desde pequeño, lidió con el sufrimiento, pues sufrió bullying en el colegio y, cuando solo tenía 14 años, su madre adoptiva falleció a causa del cáncer. La frustración fue otro de los pilares de su juventud. Sus ansias de liderazgo truncadas y el poco éxito que tenía con las mujeres lo llevaron a formar un 'Club de Odiadores de Mujeres'.

David Berkowitz en su juventud
David Berkowitz en su juventud Getty

Un profundo sentimiento de desarraigo y la mala relación con su padre lo llevaron a alistarse en el ejército y, posteriormente, buscar a su familia biológica. El reencuentro con su madre y su hermana comenzó siendo un idilio en el que el paso del tiempo hizo mella, por lo que se distanció también de su 'nueva' familia. Es a partir de aquí, sin familia y con una marcada misoginia, cuando Berkowitz comienza su carrera criminal.

Su modus operandi consistía en atacar a mujeres jóvenes, mayoritariamente de noche, asesinándolas a sangre fría a balazos. El arma que usaba, un revólver calibre 44, le valió uno de sus sobrenombres. El otro, que también sirve de denominación a la ley que trataremos a continuación, se lo dio él mismo, cuando, en una carta escrita a la policía, decía ser hijo de Sam, un demonio reencarnado en el perro de su vecino que le guiaba para cometer sus crímenes.

El arma utilizada por Berkowitz
El arma utilizada por Berkowitz Getty

Ante los rumores de que Berkowitz tendría intención de vender su historia a un escritor o a un cineasta, el Estado de Nueva York actuó rápidamente para evitar que se lucrara contando sus crímenes. Con la 'New York Executive Law Section 632' se sentaban las bases para evitar que los delincuentes pudieran ganar dinero gracias a sus historias delictivas.

La serie 'Mindhunter' narra su historia en uno de sus capítulos
La serie "Mindhunter" narra su historia en uno de sus capítulos Netflix/Getty

La de Nueva York fue la primera de numerosas leyes similares que se promulgarían en los distintos estados del país con este mismo fin. Sin embargo, no ha estado exenta de polémicas. De hecho, la ley original fue derogada por ser declarada inconstitucional, al violar la garantía de Libertad de Expresión de la Primera Enmienda. Con los años, se han hecho modificaciones en la ley para adaptarse a las circunstancias, pues algunos casos resultaban ser de interés público, como lo fue el Caso Watergate.

En 2001, Nueva York aprobó una nueva ley 'Hijo de Sam', vigente y actualizada, en la que se obligaba a notificar a las víctimas o a los familiares siempre que la persona condenada por un delito recibiera 10.000 dólares o más por contar su historia. A partir de ese momento, es decisión de la víctima o familia de la víctima si quieren demandar al criminal, aunque en algunos casos se permite al estado actuar en su nombre. Otras leyes similares a la del estado neoyorquino autorizan al estado a incautar directamente el dinero ganado para dárselo a las víctimas u asociaciones que trabajen en esta causa.

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