La frustración de no encontrar trabajo de 'lo tuyo'

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La frustración de los jóvenes de no encontrar trabajo de lo tuyo: ¿qué podemos hacer?

La ausencia de empleo de aquello que te apasiona y llevas años estudiando es uno de los grandes males de nuestra sociedad. Frustración, ansiedad e incluso depresión son algunas de la consecuencias de vivir en esa eterna búsqueda.

Por Álex García  |  14 Septiembre 2021

En el segundo trimestre de 2021, la tasa de paro juvenil en España se situó en el 38,38%. Cierto es que la situación de pandemia agravó bastante el problema, pero el desempleo y la incertidumbre laboral de los jóvenes en nuestro país son tendencias ya muy conocidas. Una parte importante de este grupo son entusiastas que se formaron para desempeñar una profesión que les apasionaba, pero que, lamentablemente, al menos de momento, no les está dando de comer.

Salir de la universidad, lejos de suponer una alegría, es un infierno mental para muchos jóvenes. Durante la etapa estudiantil, nos estresemos más o menos por exámenes y todo este tipo de cosas, no dejamos de estar en una zona de confort. Sabemos que nuestra obligación es ir aprobando curso a curso y que la meta es graduarse. No dependemos de nadie, solo de nosotros mismos (y de conseguir la beca). Para conseguir esa meta, no es necesario ni ser los mejores, pues ese papel que nos da el título de graduados lo vamos a lograr todos.

Vale. Nos graduamos. ¿Y ahora qué?

Cuando acabamos los estudios, la historia es otra. Tenemos un papel bajo el brazo que dice que estudiamos 'x' cosa, tenemos algunos conocimientos (menos de los que nos gustaría), y sobre todo tenemos miedo. A partir de ahí, los hay con suerte, los hay que se esforzaron demasiado (la mayoría de veces, ni con esas) y los hay que simplemente conocían a alguien que conocía a alguien, pero la realidad es que el grueso de los recién graduados se encuentran solos, perdidos y a la intemperie. Las ofertas escasean, y las pocas que hay, o piden años de experiencia que aún no tenemos u ofrecen contratos tan precarios que nos hacen replantearnos no solo lo que estudiamos, sino nuestra existencia en este mundo.

La frustración de ver truncados los sueños de toda una vida, después de haber dedicado varios años a formarse para ello, genera en la mayoría de los jóvenes ansiedad, y en algunos casos incluso depresión. Sin contar a esa minoría que alcanza el objetivo rápidamente, están los que van de contrato basura en contrato basura, y los que desempeñan trabajos que nada tienen que ver con lo que estudiaron con la esperanza de que en algún momento pueda salir algo 'de lo suyo'. Ambas situaciones son difíciles de soportar a nivel mental, por lo que muchos, habiendo llegado a su límite, tiran la toalla, lo cual es perfectamente válido.

¿La frustración afecta a todos de la misma manera?

Tendemos a pensar, erróneamente, que no trabajar de lo que se estudió es un fracaso, pero nada más lejos de la realidad. La realización profesional y el éxito son conceptos extremadamente subjetivos. Puede haber un conserje que se sienta exitoso y realizado y que un director ejecutivo de una gran empresa no se sienta de esa manera. Normalmente, la presión social y a veces la presión por parte de los padres, hace que muchos jóvenes persigan un sueño que realmente no es el suyo, por lo que al encontrarse con el inconveniente del que trata este artículo, son los primeros en abandonarlo.

El verdadero éxito, y esto sí que no responde a subjetividades, está en sentirse feliz. Una cosa es que el camino esté siendo duro, y otra muy distinta es que además de eso, lo que hay al final de él, no nos genere mucho entusiasmo. Aunque no lo creamos, la vida está llena de oportunidades y nunca es tarde para darle un nuevo rumbo si es realmente lo que quieres o lo que necesitas. Dicho esto, aquellos que, pese a las adversidades, tienen claro su sueño y se niegan a tirar la toalla, deben saber que hay dos principios que deben seguir: paciencia y constancia. Lo sabéis de sobra, pero conviene reiterarlo.

La frustración no afecta a todo el mundo de la misma manera. Factores como la educación desempeñan un papel muy importante. Por ejemplo, una persona que desde pequeña estuvo acostumbrada a tener lo que quería, sin tener que esperar mucho y con unos padres que lo ponían muy fácil, tiene más posibilidades de no ser capaz de lidiar con la frustración. Otros factores que también son importantes son la edad, la situación económica o la presión a la que se esté sometido.

Etapas durante la búsqueda de empleo

A la hora de emprender nuestra búsqueda de trabajo, la mayoría de psicólogos coinciden en que iremos enfrentando a una serie de fases en las que los sentimientos irán variando. La primera, la del entusiasmo, que dura solo los primeros meses. Las expectativas son altas y la ilusión está más presente que nunca. Pasados unos meses, si no hemos finalizado la búsqueda, pasaremos a la etapa del estancamiento, en la que las expectativas hacen su trabajo: decepcionarnos y hacer que nos replanteemos las cosas.

Pasado un año, comienza una época de desgana y desmotivación en la que aparecen sentimientos como la apatía o la resignación, que es la siguiente etapa. Cuando superas la barrera de los dos años, la esperanza está prácticamente perdida, por lo que ya ni nos esforzamos por cambiar la situación. Si esto continúa, llegaríamos a la frustración crónica, en la que podríamos encontrar cuadros severos de depresión y ansiedad.

Ojalá nunca nunca llegar a tales instancias, pero hay que saber que es posible, aunque si estamos en este punto es porque queremos evitarlo. Así pues, es normal sentir tristeza, desesperación e ira en determinados momentos, aunque hay que tener en cuenta que respecto de la última, si somos capaces de canalizarla, nos puede llevar a la acción y darnos muy buenos resultados. Por ahí dicen que si una fórmula no funciona, tenemos que volver al principio y ver dónde está el fallo. En otras palabras, hay que hacer cambios.

Si nuestra única estrategia es dedicar una cantidad ingente de horas al día a mandar currículums, las probabilidades de éxito son muy limitadas. No existe una fórmula mágica, pero sí alternativas que podrían cambiar nuestras posibilidades de éxito. Algunas pueden ser aumentar nuestra formación, especializarnos en áreas relacionadas a nuestro campo que estén en auge, diversificar nuestros objetivos, trabajar por cuenta propia para posicionarnos y ganar experiencia o incluso probar en otra ciudad o país. Lo importante, como decimos, es ser paciente, ponerle muchas ganas, y cambiar de estrategia si vemos que la que estamos usando no funciona. Si tú también estás en este punto, mucho ánimo.

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