España y bares parecían dos conceptos inseparables, hasta ahora

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España y los bares tradicionales parecían dos conceptos inseparables... hasta ahora

Los bares españoles tienen cada vez menos clientes, más gastos, y la fuerte competencia (especialmente las franquicias) está haciendo tambalear su existencia.

Por Ramón Fernández  |  24 Mayo 2019

Uno de los rasgos más característicos de España han sido históricamente los bares. Los bares eran los lugares de reunión de la gente del barrio. Un lugar al que ir aunque no hubieras quedado con nadie, pues siempre estaban allí tus allegados preparados para acogerte y darte conversación. Pero las cifras de bares están bajando en los últimos tiempos. La excusa de la crisis económica fue suficiente durante muchos años para justificar que algunos de nuestros bares con más solera tuvieran que echar el cierre, pero hay más motivos, y algunos de ellos son muy difíciles de resolver.

Cambio en el modelo económico

Las grandes franquicias como Cien Montaditos, La Sureña o Starbucks han contribuido para que los bares tradicionales se encuentren en franca decadencia. Probablemente la única ventaja de estas franquicias con respecto de los bares de toda la vida sea el precio, pues los productos son en la mayoría de los casos más económicos. Porque desde luego la calidad de las bebidas y tapas, y el trato humano que te da el dueño del bar 'Casa Paco' o del bar 'La Tapita' siempre serán infinitamente superiores a estos establecimientos casi industriales en los que el cliente más que un amigo es un número.

Casa Paco o Bar de la Plaza son los nombres más comunes
Casa Paco o Bar de la Plaza son los nombres más comunes GTRES

En el centro de las ciudades te sigues encontrando bares de verdad, que han sabido reinventarse y tener algo que ofrecer al público joven o turístico. No obstante, no deja de ser una parroquia infiel, de carácter ocasional. En los barrios de reciente construcción del extrarradio, sin embargo, encontrarte un establecimiento que no forme parte de una empresa multinacional es una tarea casi imposible.

No solo los bares son víctimas de la concentración de negocios en grandes superficies y compañías millonarias. Los mercados de barrio en los que se compraban la mayoría de productos frescos están cerrando igualmente debido a la proliferación de los supermercados cuyos productos llenan nuestras neveras.

El modo de vida también ha cambiado

Conocer datos como que en España hay más bares que en todo Estados Unidos, o que es el país con mayor densidad de bares (uno cada 175 personas) del mundo hace que apene mucho más que un rasgo que está tan incrustado en el ADN patrio se vaya a perder.

La decoración de algunos bares es cuanto menos cuestionable, pero qué le vamos a hacer
La decoración de algunos bares es cuanto menos cuestionable, pero qué le vamos a hacer GTRES

También hay que reconocer que la marcha de parte de la población de los bares es porque cuando la economía familiar se encuentra más ajustada de lo normal, el primer recorte que se efectúa es en el tiempo de entretenimiento. La influencia de los problemas monetarios ha podido disminuir la necesidad de socializar diariamente en pos de un mayor ahorro o de trabajar en horarios más extensos.

Cada vez somos más europeos en este tema. A la hora de tomar un café consideramos uno mejor que otro por cuatro dibujos hechos en la espuma. Estamos comenzando a beber alcohol cada vez más temprano, y por consiguiente a terminar la fiesta antes. Esto, añadido a la cada vez más estricta normativa de ruidos hace que el cierre se produzca más temprano, y el consumo de copas haya disminuido.

El modelo after work triunfa

Un fenómeno que ha crecido exponencialmente es el after work. Un equivalente fino a las "cañas después de trabajar" de toda la vida. Establecimientos con nombres 'chic' aseguran estar especializados en el ocio para adultos después de la jornada laboral. Sitios elegantes y exclusivos en los que si algo no vas a conseguir después de un largo día de trabajo, es estar cómodo. Un lugar en el que, durante el día, empleados de compañías diversas toman unas cervezas y cócteles, y salen a las 9/10 de la noche con un nivel de alcohol en sangre en muchos casos excesivo para el sitio que era.

Y eso que todos criticamos cuando vamos a Mallorca o Málaga y nos encontramos turistas anglosajones, escandinavos y centroeuropeos que, a una hora para nuestros ojos temprana, ya van con serios problemas para mantener la vertical y para no generar desperfectos de muchos tipos. En eso nos estamos convirtiendo.

El deporte, la cerveza y las amistades son la combinación ganadora
El deporte, la cerveza y las amistades son la combinación ganadora Shutterstock

Porque cuando le dices a un turista que en España es normal tomarse una o dos cervezas a diario, ponen cara de escándalo y critican que en nuestro país solo hay fiesta. Mejor y más saludable es tomar una cerveza o un vino todos los días en una amistosa charla con tus conocidos que esperar al viernes para desahogar el estrés de toda la semana y beber sin medida.

Adiós a los pueblos

Muy pequeña tenía que ser una calle de cualquier ciudad de España para no tener un bar, y no digamos en los pueblos. Un pueblo típico de Castilla y León podía tener fácilmente 200 habitantes, ningún colegio, ningún hospital, una tienda, un frontón y cinco bares. No todos tienen al camarero más amable, ni se come igual, ni te cobran exactamente lo mismo; pero al final, ir a uno es ir a todos. Porque no puedes pasar por donde Manolo y no por la 'Bodega de Juan', que luego a la siguiente te miran mal. Y así, con un sistema tan sencillo pero efectivo, los cinco bares permitían vivir, con mayor o menor holgura, a sus dueños.

Nada más típico en un bar de pueblo que las partidas de mus y tute entre los veteranos
Nada más típico en un bar de pueblo que las partidas de mus y tute entre los veteranos 123rf

Pero hoy los pueblos pequeños apenas llenan una semana al año, cuando son las fiestas dedicadas al patrón, y el resto del verano mantienen una aceptable cifra de personas, que contrasta duramente con la soledad y el envejecimiento que sufre la población rural en la época invernal. En cualquier pueblo podemos decir sin equivocarnos que el día que cierre el bar será el día en que la localidad haya perdido toda esperanza de recuperar su gente.

En el pueblo no hace falta un cartel grande, sino habitantes que lo llenen
En el pueblo no hace falta un cartel grande, sino habitantes que lo llenen Shutterstock

La sociedad está cambiando, y todo cambio conlleva efectos positivos y negativos. En los próximos años veremos cómo avanza esta cuestión y en qué puntos habremos salido ganando y en cuales no. Mientras tanto, a disfrutar de los bares, de las terrazas, de la cerveza y de una buena tapa en compañía de quien más apetezca.

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