¿Reactor nuclear en la Luna? Trump acelera el plan de la NASA para 2030

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Trump quiere una central nuclear en la Luna: ¿genialidad o locura?

Donald Trump ha dado el pistoletazo de salida a la carrera espacial más ambiciosa de la historia: instalar un reactor nuclear en la Luna antes de 2030. Mientras China y Rusia también planean sus propios reactores lunares, nos preguntamos si esta idea es genial o temeraria. Te contamos todo sobre este proyecto que podría cambiar para siempre la exploración espacial.

Por Cristóbal Aparicio  |  13 Agosto 2025

El plan nuclear de Trump: más en serio de lo que parece

Cuando uno piensa en Donald Trump y sus propuestas más extravagantes, viene a la mente aquella vez que sugirió bombardear huracanes con armas nucleares (aunque luego lo negó, claro). Pero esta vez, el expresidente ha puesto la mira en algo aún más ambicioso: construir una central nuclear en la Luna para alimentar una futura base lunar.

Y por si pensabas que era otra de sus ocurrencias, Sean Duffy, administrador interino de la NASA y secretario de Transporte de Trump, confirmó oficialmente en agosto de 2025 que el proyecto va en serio. El reactor se lanzaría a la Luna en 2030, con el objetivo de generar unos 100 kilovatios de potencia —suficiente para alimentar unas 80 casas estadounidenses.

¿La razón de tanta prisa? Simple: China y Rusia han anunciado sus propios planes para instalar reactores nucleares en la Luna hacia 2035. Y como bien explicó Duffy, si otro país llegara primero, podría declarar una "zona de exclusión" que efectivamente retrasaría los objetivos estadounidenses. Vamos, que se trata de plantar bandera nuclear antes que los rivales.

¿Por qué nuclear y no placas solares?

Aquí viene la parte interesante. Resulta que la Luna no es precisamente un paraíso para la energía solar. El problema fundamental es que los días y las noches lunares duran aproximadamente 14 días terrestres cada uno. Esto significa que durante dos semanas seguidas, una base lunar estaría sumida en completa oscuridad, sin posibilidad de generar energía solar.

Almacenar energía suficiente para sobrevivir 14 días requeriría baterías enormes y costosísimas de transportar hasta allí. Un reactor de fisión, en cambio, puede funcionar las 24 horas sin depender del Sol, proporcionando suministro continuo para sistemas vitales, comunicaciones, producción de oxígeno y calefacción durante las gélidas noches lunares.

Dragon y Falcon 9 de SpaceX, la compañía de Elon Musk que nos acercaría ahora a la luna
Dragon y Falcon 9 de SpaceX, la compañía de Elon Musk que nos acercaría ahora a la luna SpaceX

Como explica Roger Myers, experto en energía nuclear espacial: "El sol se pone en la Luna durante dos semanas. Tienes que tener otra fuente de energía: el sol y las baterías no funcionan. Vamos a tener que tener energía nuclear". Así de claro.

Los desafíos técnicos: no es coser y cantar

Que algo sea posible no significa que sea fácil, y montar una central nuclear en la Luna conlleva desafíos técnicos considerables:

Transporte y aterrizaje delicado

El reactor tendría que construirse en la Tierra y luego enviarse en cohete hasta la Luna. La maniobra de alunizaje suave con un objeto pesado es tremendamente delicada. Como recuerda el astrónomo José Maza, "muchas naves han fracasado al tratar de posarse suavemente en la Luna". Un mal aterrizaje podría hacer que el reactor se estrelle y se rompa, dispersando material radiactivo por la superficie lunar.

Refrigeración sin atmósfera

Un reactor genera mucho calor que en la Tierra se disipa gracias al aire o al agua. En la Luna, sin atmósfera y con gravedad muy baja, eliminar el calor es más complicado. Los fenómenos como la ebullición de los refrigerantes no funcionan igual en microgravedad. Habrá que diseñar sistemas de radiadores especiales para el vacío lunar.

Costes astronómicos

Los planes sugieren comenzar con microrreactores de reserva. No basta con uno solo; haría falta al menos uno o dos de respaldo por seguridad. Cada reactor y su lanzamiento costarían miles de millones de dólares, así que el proyecto completo sería tremendamente caro. Y esto en un momento en que la administración Trump ha propuesto recortes significativos al presupuesto de la NASA.

Riesgos: ¿un Chernóbil lunar?

Hablar de nuclear siempre despierta inquietudes, y con razón. Pero ¿qué tan peligroso sería realmente tener un reactor en la Luna? Algunos se imaginan desastres al estilo Chernóbil ocurriendo en la superficie lunar.

La buena noticia es que un escenario catastrófico es poco probable, según los expertos. Un accidente tipo Chernóbil en la Luna es altamente improbable porque estos microrreactores son mucho más pequeños que las centrales terrestres, con diseños inherentemente más seguros. Además, la falta de oxígeno reduce la posibilidad de incendios o explosiones químicas.

Sin atmósfera, no se produciría la dispersión aérea de partículas radiactivas como ocurrió en 1986. El principal riesgo sería durante el aterrizaje: si un módulo con el reactor se estrella, podría romperse y esparcir plutonio por la zona, convirtiendo ese rincón de la Luna en un vertedero radiactivo de difícil limpieza.

La astrónoma María Teresa Ruiz tiene una opinión clara al respecto: considera que "proponer llevar algo contaminante a la superficie de la Luna le parece una barbaridad" y lo califica de inmoral. Para ella, ensuciar nuestro satélite natural sería cruzar una línea ética importante.

¿Podría un accidente nuclear destruir la Luna?

Vale, seamos claros de una vez: no, un reactor nuclear no va a volar la Luna en pedazos. La Luna es enorme —tiene una masa de 7×10²² kg— y destruirla por completo requeriría una energía inimaginablemente alta.

Un reactor nuclear no es una bomba atómica. Funciona mediante fisión controlada, no una reacción explosiva descontrolada. En el peor de los casos, podría fundirse el núcleo y liberar radiactividad localmente, pero no hay mecanismo para que estalle como una super-bomba. Así que podemos estar tranquilos: la Luna no va a desaparecer por culpa de una central nuclear.

Un mundo sin Luna: las consecuencias que no imaginas

Pero imaginemos por un momento, hipotéticamente, que sucediera una desgracia mayor y adiós a la Luna. ¿Qué nos pasaría aquí en la Tierra? Las consecuencias serían dramáticas:

  • Noches oscuras como boca de lobo: La Luna llena es hasta 14.000 veces más brillante que Venus. Sin ella, apenas podríamos ver a pocos metros sin luz artificial. Los astrónomos estarían encantados, pero los animales nocturnos (y los poetas) sufrirían el cambio.
  • Mareas diminutas y ecosistemas en peligro: Las mareas se reducirían en torno a un 75%, afectando gravemente a especies costeras como mejillones, cangrejos y caracoles marinos. Todo el ecosistema marino-costero entraría en shock.
  • Días más cortos y clima caótico: Un día terrestre podría durar solo 6 a 12 horas en lugar de 24, con más de 1.000 días en un año. Podríamos ver vientos constantes de 160-200 km/h y un clima muy irregular, con eras glaciales y períodos tórridos alternándose de forma impredecible.
  • Adiós a los eclipses y más: Sin eclipses, y muchas especies que usan la luz lunar para orientarse o sincronizar sus ciclos reproductivos se descontrolarían completamente.

¿Genialidad o locura?

Volviendo al proyecto de la central nuclear lunar: ¿es una genialidad visionaria o una locura temeraria? La respuesta tiene matices. Técnicamente es posible y podría ser clave para establecer una presencia humana sostenible en la Luna, sirviendo incluso de trampolín hacia Marte.

Sin energía abundante y constante, colonizar la Luna sería poco viable. En ese sentido, dotar a la Luna de un reactor nuclear podría ser un paso revolucionario para la exploración espacial. Como dice Sean Duffy: "Si hablamos de sostener vida en la Luna y luego viajar a Marte, esta tecnología es crítica".

Pero por otro lado, los riesgos y dilemas éticos existen. Hay científicos que consideran esta carrera nuclear lunar como "una barbaridad" por el potencial de contaminar la Luna y por estar impulsada más por rivalidades políticas que por cooperación científica.

En definitiva, montar una central nuclear en la Luna es posible, pero no será fácil ni barato, y requiere un debate serio. Si Trump lleva adelante la idea, habrá que equilibrar la audacia tecnológica con la responsabilidad. Eso sí, de algo podemos estar seguros: la Luna seguirá ahí arriba, brillando en las noches —y esperemos que sin humear con pinta de reactor soviético.

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