Cómo aguantar un día de trabajo tras salir de fiesta

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Ir a trabajar tras una noche de fiesta, una odisea peor que la de Homero

Si ir a trabajar ya es duro de por sí, ir sin dormir es una tarea para un semidiós griego. Si, además, el motivo de la falta de sueño es una fiesta que se alargó, la tarea puede ser mortal.

Por Jorge Moreno  |  13 Febrero 2020

Todos tenemos un amigo que es como ese 'canallita' que interpretó Alberto Casado en un vídeo de Pantomima Full y nos dice repentinamente un miércoles: "Mañana se sale que es juernes". Y todos tenemos un espacio en el cerebro y un momento de debilidad en el que el plan suena bien. Y se sale. Y se pasa un buen rato, es verdad. El problema viene al día siguiente. O mejor dicho, dos horas después, cuando suena el despertador. Ha llegado el momento de sufrir, porque los juernes son como las perlas: hay muy pocos de verdad.

Porque sí, también todos tenemos un amigo (siempre es un amigo, nunca nosotros) que ha tenido que ir alguna vez a cumplir con sus obligaciones con unas gafas de sol del tamaño de las de Willy Wonka, porque la noche anterior estuvo estudiándose la carta de cócteles de algún bar o discoteca. Como en Menzig también tenemos amigos así (nosotros no lo hemos hecho nunca), vamos a hacer un repaso de algunos métodos para disimular la falta de sueño que provoca un sarao fechado en el día equivocado.

Algo que llama la atención de este gran tópico que es empalmar ocio y trabajo es que la edad cuenta: hay hilos en Forocoches en los que numerosos usuarios admiten haberlo hecho de jóvenes, pero matizan que ya no se ven capaces de repetirlo. También influyen otros aspectos como el nivel de locura de la fiesta: mucho cuidado con las copas de más porque, si la resaca una muerte en vida, el tener que ir a la oficina de esa guisa puede ser tan doloroso como enfrentarse a Cerbero, el monstruo de tres cabezas que vigilaba que ningún vivo pasase al mundo de los muertos. De hecho, quizá tu jefe se te parezca a este animal si tienes que vértelas con él esa mañana.

En cualquier caso, tengas la edad que tengas y hagas lo que hagas la noche anterior, las primeras medidas que hay que tomar son claras: una ducha revitalizante y una buena dosis de esa poción mágica que, en situaciones como estas, podría compararse con la que Panoramix le daba a los galos para enfrentarse a los romanos en 'Astérix el galo': el café. A medida de que pase el tiempo los efectos irán disminuyendo, pero en un primer momento nos sentiremos como Lázaro cuando Jesús le dijo aquello de: levántate y anda.

Por desgracia, fiesta y trabajo no suelen llevarse bien
Por desgracia, fiesta y trabajo no suelen llevarse bien Shutterstock

Es ahora, una vez puesta la armadura de hidratación y cafeína, cuando la gran batalla empieza, cuando ya te has hecho la idea de que te tocará cruzar las puertas del Averno/oficina/centro de estudio. Para llegar no tendrás que cruzar el río Estigia encima de la barca de Caronte, sino algo mucho peor: enfrentarte al dolor que suponen las aglomeraciones por frecuencias de trenes que no se cumplen y ese microclima propio del transporte público, en el que o hace mucho frío o mucho calor. Ante esta situación ya puedes mantenerte bien despierto para encajar bien en ese Tetris tan particular que es un vagón lleno.

De camino al sitio, es fundamental es no cruzarte con nadie, menos con tu jefe. Entra rápido, mirando el móvil, y no establezcas contacto visual, porque se pueden asustar por ver tu cara y tus ojeras. Por fin sentado, tienes que tener clara una cosa: tus compañeros son la mejor ayuda para soportar las horas que tiene por delante. Si Hércules necesitó ayuda para alguno de sus doce trabajos, tú los vas a necesitar a ellos para la jornada que tienes por delante. Una buena actitud y sentido del humor son claves para que la mañana se te haga más amena y no sientas que efectivamente estás en un sitio que se parece al Hades. También ayuda el levantarte a estirar las piernas de vez en cuando, si es que tus funciones te lo permiten: andar un poco, aprovechar para hidratarte con un trago tras otro de agua, esa gran compañera después de una noche de fiesta, y como última medida de urgencia, visitar la maquina de café/caldero de Panoramix a recargar fuerzas de nuevo.

Las horas clave son a media mañana y después de comer. Es ahí cuando tienes que activarte forzadamente, porque tu cerebro y tu cuerpo querrán desconectar. La mañana la empiezas fuerte, pero tras un par de horas el sueño llamará a tu puerta. Momento de cumplir algo del párrafo anterior. Después de comer, llega la verdadera odisea de Homero. Los minutos se hacen horas, y con cada parpadeo te duele seguir abriendo los ojos. Ponte música, ve al baño a refrescarte o haz cualquier cosa que te pueda activar esa hora y media que te queda. Eso sí, sin molestar demasiado ni levantar sospechas entre tus superiores. No pierdas en el descuento todo lo que has logrado en el partido. Sal puntual, despídete rápidamente y huye cuanto antes. Tu cama te espera.

Una vez hecho este repaso de algunas cosas a las que nos podemos agarrar para soportar un día de trabajo después de salir de fiesta nos hemos dado cuenta de una cosa: si hemos tenido que recurrir a Pantomima Full, a Forocoches, a la mitología grecolatina, a los cómics de Astérix y Obélix y hasta a la Biblia para tratar de ilustrar lo que significa darse un homenaje antes de ir a trabajar... Quizá no sea buena idea empalmar planes que se alarguen hasta el amanecer y obligaciones profesionales, porque de sufrir los intentos de secuestro de Morfeo no te salva ni Zeus.

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