5 recetas fáciles para cocineros recién independizados inexpertos

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Cuando lo más difícil de irse de casa de tus padres es aprender a cocinar: 5 recetas fáciles para cocineros inexpertos

Nos suele gustar comer sano o presumir de comer sano... pero cuando nos vamos a vivir solos la cosa puede complicarse un poco. Os traemos alguna que otra receta para salir al paso y... ¡que aproveche!

Por Celia Varona  |  28 Marzo 2019

Cocinar es uno de los mayores retos cuando nos independizamos a no ser que seamos una de esas personas que nacen con una sabiduría innata a la hora de hacer guisos. Por eso y porque sabemos lo que nos gusta cambiar las recetas que vemos en internet para hacerlas más simples (seamos sinceros), os traemos algunas recetas medianamente saludables para independizados estresados con facultades discutibles para la cocina.

1 Revuelto de patatas

Nada del otro mundo. Cuando la tortilla de patata nos parece algo imposible (por muchas veces que lo hayamos intentado), tenemos esta otra opción similar y fácil, aunque sí que es verdad que lleva un poco de tiempo. ¿Ingredientes? Patatas, huevos, ajo, queso y un chorrito de aceite de oliva.

Doramos el ajo entero en la sartén y cortamos las patatas en rodajitas y las freímos hasta que se queden bien doraditas. Este es el paso más largo, así que aviso a los impacientes como yo que se tarda y que esperen un poco, que tienen que quedar crujientes y bien hechas por dentro. Cuando ya estén hechas, retiramos el aceite y echamos los huevos (de cantidades, no tengo ni idea, soy otra como vosotros, así que confío en vuestro buen criterio). Cuando esté todo bien mezclado y el huevo cocinado, añadimos un poco de queso y dejamos que se funda.

Un plato simple y súper rico que no digo que sea mejor que la tortilla de patata que comías en casa, pero puede servir para salir del paso.

El revuelto de patatas, una gran solución si no sabemos hacer tortilla.
El revuelto de patatas, una gran solución si no sabemos hacer tortilla. Shutterstock

2 Purés

Aunque también es una receta que lleva algo más de tiempo que hacer unos macarrones, si echamos verdura en cantidades industriales podemos congelarlo para otras ocasiones (la previsión cuando te independizas es clave). Y lo bueno del puré es que, en general, puedes echar de todo: calabacín, calabaza, puerros, champiñones, patata o zanahoria. Bien hervido todo, se bate y listo. ¿Un truco de casa? Un par de quesitos y albahaca, que refuerzan muchísimo el sabor.

Pueden no ser lo más apetitoso del mundo, pero cuando vives solo se convierten en una comida muy útil y aprovechable.
Pueden no ser lo más apetitoso del mundo, pero cuando vives solo se convierten en una comida muy útil y aprovechable. Shutterstock

3 Pollo guisado

He aquí lo que más complicado parece y, en verdad, no lo es tanto. Eso sí, tampoco vamos a esperarnos para conseguir una Estrella Michelín. Como ingredientes, necesitamos unos trozos de pollo y verduras con las que acompañarlo: pimiento, cebolla y un chorrito de vino, preferiblemente blanco.

Al principio, tenemos que dorar el pollo en la olla con aceite, simplemente que se haga un poco, unos cinco minutos (a ojo de buen cubero). Después, sofreímos las verduras hasta que se hagan bien, sin escatimar en aceite. Después, volvemos a echar el pollo junto con un poco de agua y el vino. Ahora, a fuego medio, lo dejamos hacerse un tiempo. Tiempo que, por otra parte, podemos dedicarlo a poner la lavadora o pasar el polvo, que, si nos ponemos de personas independientes, nos ponemos para todo.

El pollo tarda bastante poco en hacerse y podemos pinchar con un tenedor para ver si está listo cada cierto tiempo. Y aunque no nos quede perfecto, podemos presumir de haber hecho un guiso y no haber muerto en el intento. ¡Suerte!

El pollo está rico de cualquier forma. Guisado no es una excepción.
El pollo está rico de cualquier forma. Guisado no es una excepción. Shutterstock

4 Garbanzos salteados

Puede que uno de los platos más que más pereza nos dan sean las legumbres. De toda la vida me han dicho que es fácil hacer unas lentejas... pero no os voy a mentir, nunca me han salido. Como alternativa, os propongo unos garbanzos salteados. Necesitamos taquitos de jamón, salsa de tomate natural, pimiento rojo, amarillo y verde y cebolla. Podemos usar también comino o pimentón. Y garbanzos, por supuesto.

Empezamos sofriendo la cebolla y los pimientos, y podemos echar algo más si vemos que le pega. Dejamos que se haga bien, hasta que queden blandos y echamos los taquitos de jamón. A fuego medio, lo rehogamos todo y lo especiamos. Como he dicho, comino y pimentón son de las especias que mejor le quedan, pero en pequeñas cantidades. Cuando lo tenemos todo bien hecho, echamos los garbanzos, que pueden ser de bote o podemos haberlos cocido. Lo rehogamos todo bien y echamos la salsa de tomate a gusto del consumidor. Es un plato relativamente fácil y que nos sirve para olvidarnos de los tuppers de lentejas.

Incluso aquellos a los que no les gusta el cocido no pueden resistirse ante unos garbanzos salteados.
Incluso aquellos a los que no les gusta el cocido no pueden resistirse ante unos garbanzos salteados. Shutterstock

5 Patatas con chorizo

Otro plato que nos cunde y para el que necesitaremos cebolla, patatas, chorizo y ajo. Sofreímos la cebolla con el ajo en la olla y, cuando se hayan hecho, echamos el chorizo al gusto. Después llega el turno de las patatas. Mismo procedimiento que con el chorizo, hasta dejar que se marquen. Añadimos agua hasta cubrirlas y las condimentamos con sal, pimienta, laurel u orégano. Solo tenemos que esperar a que se hagan. Si el caldo quedara muy líquido, podemos echar una pizca de harina para que espese, eso ya por gustos. Y a disfrutar.

No cuestan mucho hacerlas, son económicas y están riquísimas: rendíos a las patatas con chorizo.
No cuestan mucho hacerlas, son económicas y están riquísimas: rendíos a las patatas con chorizo. Shutterstock

Somos muy conscientes de que no hemos descubierto la pólvora y que estas recetas pueden considerarse sacrilegio para la alta cocina. Pero somos recién independizados, hacemos lo que podemos. Demasiado es que seguimos aguantando sin regresar a los brazos de nuestros padres.

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