Marcelino, destituido por Peter Lim: el Valencia explota (una vez más)

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¿Por qué esa tendencia del Valencia de autodestruirse?

El Valencia vive en una convulsión continua. Y si va bien deportivamente, hace lo que sea para volver a sumergirse en el drama. La destitución de Marcelino García Toral por parte de Peter Lim es el último ejemplo. Se espera una temporada convulsa en Mestalla.

Por Guille Galindo  |  11 Septiembre 2019

"Que la unión que trae esta Copa no se deshaga". Estas fueron las palabras de Marcelino García Toral el 26 de mayo de 2019, tan solo un día después de que el Valencia conquistara su octava Copa del Rey al imponerse contra todo pronóstico al Fútbol Club Barcelona. 3 meses y medio más tarde, nada queda de esa llamada a la unión entre el valencianismo, que vive uno de sus peores momentos de los últimos años. Marcelino está fuera, Mateu Alemany pende de un hilo y Lim ha dado un golpe sobre la mesa, demostrando que, les guste o no a la dupla Marcelino-Alemany y a la afición, quien manda es él. El problema es que, de paso, se ha cargado la temporada.

Y es que, por mucho que los más optimistas o los pro-Lim (que los hay) quieran aportar tranquilidad y exigir al resto que ahora hay que dejar trabajar a Albert Celades, el nuevo entrenador ché, como si no hubiera pasado nada, la realidad es que el Valencia se ha pegado un tiro en el pie, uno más, aunque este es aún más grave si cabe.

Entre otras cosas, porque Marcelino, con todo lo bueno y lo malo, ha levantado a un equipo que cogió muerto y con la moral por los suelos, y no solo le ha llevado a Europa, sino que le ha hecho tocar metal por primera vez en 11 años. Su tándem con Mateu tenía convencida a buena parte de una afición (especialmente Alemany) difícil de convencer. En dos años, dos cuartos puestos, un título y la sensación de estabilidad deportiva, fundamental para el crecimiento del club.

Han pasado apenas 100 días de esta imagen, pero todo ha cambiado desde entonces.
Han pasado apenas 100 días de esta imagen, pero todo ha cambiado desde entonces. GTRES

El Valencia quería seguir así los pasos del Atlético, aunque el impacto de Simeone fuera mayor en su momento, y, con base en la clasificación anual a la máxima competición europea, seguir creciendo. Pero si el Atlético es (o más bien era) experto en repetir errores del pasado, lo del Valencia ya es otro nivel.

Un sentimiento muy habitual entre muchas personas es el de sentirse inseguras cuando no tienen un drama a su alrededor. Vivir medianamente felices y sin preocupaciones les crea intranquilidad, expectantes por ver cuándo será la próxima vez que tengan que afrontar un episodio dramático. La energía negativa que esto genera propicia que, dicha situación, aparezca de forma temprana.

Pues bien, esto le ocurre al Valencia. Cuando los valencianistas están felices o simplemente tranquilos con la marcha del equipo, piensan en qué será lo que les haga hundirse. Parecen Marge en el Carnaval de Brasil, bailando con preocupación. Y claro, si le sumas a lo que hay en el club, la explosión termina llegando y derrumbándolo todo.

Un aficionado del Valencia celebrando la clasificación para la Champions de su equipo.
Un aficionado del Valencia celebrando la clasificación para la Champions de su equipo. FOX

En realidad, se veía venir casi desde el principio. Aunque Lim acertó dejándose de experimentos con su amigo Jorge Mendes y apostando por un equipo y director deportivo serios, era cuestión de tiempo que las personalidades de Marcelino y del dueño chocaran. Alemany intervino para que el de Singapur no despidiera al asturiano a finales de 2018, pero seis meses después, la total falta de sincronía entre los fichajes que pedía el míster y los que querían traer Lim/Mendes, dinamitaron la relación y crearon dos bloques.

Los jugadores impidieron que Lim tomara la decisión final, pero, ya con el mercado cerrado, saliendo del parón de selecciones y con Barcelona y Chelsea en el horizonte, Marcelino García Toral ha tenido que decir adiós de forma prematura. Bien es cierto que, con lo que había rajado el entrenador en casi todas las ruedas de prensa desde julio, la situación parecía insostenible. Era difícil creer que Peter Lim fuera a tolerar las críticas constantes de Marcelino sin consecuencias. Sorprende, eso sí, el momento. Destituir al entrenador en la cuarta jornada de liga es cargarse un proyecto Champions. No hay más.

Marcelino se va tras dos años difíciles de superar en cuanto a resultados.
Marcelino se va tras dos años difíciles de superar en cuanto a resultados. GTRES

Ahora bien, el papelón que tiene Albert Celades es de impresión. Su nombre no ilusiona, y muchos ya lo consideran un palmero de Lim y una marioneta manejada desde Singapur a su antojo. Con la afición tan encendida y los hombres importantes del vestuario apoyando a Marcelino, su posición es, cuanto menos, complicada.

¿Volveremos a ver a ese Valencia 12º, controlado desde la distancia y sin un rumbo claro? Por el bien del fútbol español, esperemos que no. Pero, con esta capacidad única de convulsionar, lo más probable es que veamos un año repleto de pañoladas y protestas en Mestalla. Vuelta a empezar...

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