Tom Hardy: del barrio a Hollywood

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El caso de Tom Hardy, o cómo dejar atrás un pasado oscuro para conquistar Hollywood

Nominado al Oscar, referente de estilo y respetado internacionalmente, Tom Hardy se encuentra en la cima de Hollywood. Pero antes de triunfar, la adicción a las drogas le hizo caer en un abismo del que él mismo decidió salir.

Por Pedro J. García  |  04 Octubre 2018

Tom Hardy empezó a despuntar en el cine hace más de una década. Su laureado trabajo en 'Bronson', del siempre interesante y divisivo Nicolas Winding Refn, y su participación en 'Origen', primera de varias colaboraciones con su director de cabecera, Christopher Nolan, le valieron rápidamente las comparaciones con varias leyendas del cine, incluido Marlon Brando.

Cuando alguien lo compara con el protagonista de 'Un tranvía llamado deseo', él no tiene más remedio que tomárselo a broma y quitarle peso (nunca mejor dicho): "Es el tipo de cosa que me cuenta mi madre y yo le digo '¿Podemos hablar de otra cosa?'". Su destreza camaleónica, junto a su atractivo y magnetismo natural (¿o deberíamos deciranimal?) lo conectan a Brando, aunque hay un aspecto de su personalidad que lo separa de él: Hardy, hasta donde nosotros sabemos, es buena persona. Y lo suyo le ha costado.

Desde el principio, el actor británico ha destacado por su compromiso absoluto por los personajes que interpreta, así como por su asombrosa capacidad para transformarse físicamente según los requisitos de cada papel. Lo hemos visto ganar y perder peso a discreción, dejarse crecer una de las barbas más envidiadas y deseadas de la pantalla y aumentar su masa muscular para dar vida a boxeadores, villanos de cómic o fugitivos. Su última transformación, sin embargo, no ha requerido otra metamorfosis física, sino una psicológica y digital.

Tom Hardy ahora es un padre de familia responsable y feliz con su pareja. Pero no siempre fue así.
Tom Hardy ahora es un padre de familia responsable y feliz con su pareja. Pero no siempre fue así. GTRES

Después de convertirse en Bane, uno de los antagonistas más emblemáticos de Batman en 'El caballero oscuro: La leyenda renace', saltó a la competencia con 'Venom', primera película en solitario del no menos icónico villano de Marvel. La crítica se ha ensañado a gusto con la película y su secuela, pero también ha coincidido en que él es quien salva ambas. Da igual el tipo de proyecto que sea, Hardy se emplea al 150%. Y su Eddie Brock, un trabajo tan excesivo como extravagante y divertido, no es una excepción. Se podrá criticar 'Venom' por muchas cosas, pero no por que su protagonista no le pusiera ganas.

Rebelde sin causa

Pero antes de seguir con 'Venom', remontémonos al origen. Tom Hardy nació en un acomodado barrio de Londres llamado Hammersmith el 15 de septiembre de 1977. Hijo único de artistas, una pintora y un escritor, creció en otro suburbio londinense, East Sheen, donde empezó a interesarse por la interpretación. Su sueño de ser actor lo llevó a estudiar en la Richmond Drama School y el Drama Centre de Londres.

Después de trabajar una temporada como modelo tras ganar el concurso de televisión 'Find Me a Supermodel' en 1998, su debut tuvo lugar en 2001 en la aclamada miniserie de HBO 'Hermanos de sangre', donde interpretó al soldado John A. Janovec, un pequeño papel de dos episodios. Hardy le cogió el gusto al uniforme militar, y sus dos primeras películas también pertenecieron al género bélico: 'Black Hawk derribado' y 'Legion of Honor', su primer largo como protagonista. Hollywood había encontrado a su nuevo G.I. Joe particular y el actor empezaba a cimentar esa imagen hipermasculina que no tardaría en convertirse en su marca personal.

Su única nominación al Oscar la consiguió por 'El Renacido', película en la que actúa con su amigo Leo DiCaprio.
Su única nominación al Oscar la consiguió por 'El Renacido', película en la que actúa con su amigo Leo DiCaprio. Shutterstock

A sus aventuras en la guerra le sucedieron proyectos más diversos. En 2002 interpretó a Shinzon, el clon malvado del capitán Picard, en 'Star Trek: Nemesis', participó en el thriller 'El misterio de Wells' y acompañó a otro machote británico, Daniel Craig, en 'Crimen organizado'. Por aquel entonces, Hollywood ya se había fijado en él, y su carrera empezaba a despegar. Todo parecía irle bien profesionalmente, pero un problema de adicción que arrastraba desde la adolescencia boicoteaba sus esfuerzos para labrarse un futuro en el cine.

A pesar de haberse criado en el seno de una familia de bien y haber recibido una educación privada y todo el apoyo de sus padres, o quizá precisamente por eso, Hardy se rebeló desde muy temprana edad, convirtiéndose en un bad boy de manual. A los 13 años empezó a experimentar con las drogas después de un sermón en clase sobre los peligros de esnifar pegamento. Poco después comenzó a tatuarse el cuerpo y a meterse constantemente en problemas con la ley junto a su pandilla, llegando a robar un coche con una pistola y librándose de la cárcel de milagro. A los 16 abandonó su hogar y se fue a vivir a un hostal. Entonces ya era alcohólico y adicto al crack. "Hubiera vendido a mi madre por crack", admitió en una entrevista. Sin embargo, de alguna manera consiguió convertirse en actor (para contentar a su padre, según recuerda). Ni él mismo se cree haber sido capaz de compaginar el inicio de su carrera con su adicción y salir vivo de ello, como confesó a la prensa británica: "Tuve suerte de no contraer hepatitis o SIDA".

La gran epifanía llegó en 2003. Fue en el famoso barrio londinense del Soho, donde un día se despertó sobre un charco de sangre y vómitos. En ese momento se dio cuenta de que había tocado fondo y decidió ingresar voluntariamente en rehabilitación. Desde entonces, Hardy está sobrio y dedica parte de su tiempo a ayudar a otros que están pasando por lo que él vivió, ofreciendo apoyo a los sin techo y ejerciendo como embajador de la fundación The Prince's Trust, entidad benéfica destinada a ayudar a jóvenes desfavorecidos en Inglaterra.

Hardy pudo darle la vuelta a su vida y reencauzar su carrera, dejando atrás una etapa oscura que ponía dos cosas de manifiesto: que la adicción no discrimina y que se puede salir del agujero.

Primero padre, después actor

Ahora Tom Hardy es un hombre de familia y uno de los actores más admirados del momento. Tiene dos hijos, uno de diez años con la ayudante de dirección Rachael Speed, y otro de tres con la actriz Charlotte Riley, a la que conoció en el rodaje de 'Cumbres borrascosas', y con la que sigue desde que se casaron en 2014. Aunque ama su profesión, ser padre es lo más importante para él, ya que es lo que le ha ayudado a mantener la estabilidad. Eso y su (muy público) amor por los perros. Hardy es un tipo duro, pero, como hemos comprobado en numerosas ocasiones (incluyendo esta conmovedora carta de despedida a su amigo Woody, que murió en 2017), no tiene reparos en mostrar su lado sensible, lo que lo hace aun más irresistible.

Desde que se rehabilitó, el actor no ha hecho más que acumular elogios y éxitos. Después de su papel revelación en 'Bronson', Nolan lo dio a conocer al gran público con 'Origen'. Más tarde lo vimos en 'El topo', recibió excelentes críticas por 'Locke' y 'La entrega', y en 2014 co-protagonizó junto a Charlize Theron (con la que aparentemente no se llevó muy bien durante el rodaje) 'Mad Max: Furia en la carretera', uno de los grandes puntos de inflexión de su filmografía.

Dos años más tarde le llegaba su primera, y por ahora única nominación al Oscar por su descarnada y brutal interpretación en 'El renacido', película de Alejandro González Iñárritu que le aportó más prestigio y una buena amistad con Leonardo DiCaprio (Tom luce un tatuaje que dice "Leo Knows Best", resultado de haber perdido una apuesta con él, que aseguraba que Hardy sería nominado al Oscar).

Es un secreto a voces el mal rollo que hubo entre Charlize Theron y Tom Hardy en 'Mad Max: Fury Road'
Es un secreto a voces el mal rollo que hubo entre Charlize Theron y Tom Hardy en 'Mad Max: Fury Road' GTRES

La era Hardy

Recientemente, Hardy ha querido apuntarse a la revolución de la televisión de prestigio, y en los últimos años lo hemos visto en series como 'Peaky Blinders' y 'Taboo', ambas concebidas por otro de sus cineastas de confianza, Steven Knight, y la segunda co-creada y producida por él mismo. 'Taboo' es un proyecto de pasión que nos ha presentado al Hardy más creativamente involucrado y del que, por desgracia, no hay mucho que salvar más allá de su cuidada estética y los frecuentes gruñidos del actor, debidamente recopilados en divertidos vídeos virales.

Y esto nos lleva de vuelta a 'Venom', un proyecto que aceptó principalmente porque se lo pidió su hijo, dato que ha repetido una y otra vez durante la accidentada promoción de la película, como excusándose por haber participado en ella. Sin embargo, el de Eddie Brock es un personaje que se ajusta perfectamente a él, ya que no es el típico superhéroe perfecto e impoluto, sino un antihéroe con un lado oscuro muy latente, un individuo que desea hacer el bien, mientras una voz en su cabeza le lleva por el mal camino. Y de eso sabe mucho el actor, que se siente identificado con la dualidad y el conflicto moral del personaje.

Tom Hardy no es un tío correcto como Chris Evans. Ni siquiera es como Robert Downey Jr., pese a que este también tenga un pasado de exceso y adicción a sus espaldas. No es una deidad mediática, pero sí un héroe de la calle, como demostró el año pasado cuando persiguió a un ladrón que se daba a la fuga en las calles de Londres tras estrellar una motocicleta robada y logró capturarlo, para el asombro de los presentes. Hardy está limpio y su carrera atraviesa un gran momento, pero en el fondo sigue siendo el de siempre, un tío de barrio que da la casualidad de que también es una gran estrella de cine.

Su transparencia y sinceridad puede jugarle malas pasadas ante los medios. Pero él es así.
Su transparencia y sinceridad puede jugarle malas pasadas ante los medios. Pero él es así. GTRES

Es el paradigma de la masculinidad, pero no de la tóxica. Es del tipo de hombre al que no quieres provocar por si te revienta la cara, pero que te acaba contando un cuento para dormir junto a su perro. Que ocupa portadas de revista y ha sido nombrado uno de los hombres mejor vestidos y más influyentes del Reino Unido, pero no tiene reparos en ir con sudadera a un junket de prensa, en sacarse mocos fumándose un cigarro delante de los paparazzi o hacerse fotos en Cannes con un pijama de 'Los Simpson'. Dejando esto a un lado, ha pulido mucho su estilo y ahora suele acertar tanto en traje como con look callejero.

Tampoco se avergüenza de su pasado cani en MySpace, documentado en horterísimas fotos que Internet sigue redescubriendo todos los días, a la vez que investiga sobre su supuesta bisexualidad y experiencias con hombres en la juventud. Los medios ya lo han intentado, sin éxito. Y es que, a pesar de llevar años en esto, Hardy sigue evidenciando una clara falta de entrenamiento y entendimiento con los periodistas. No tiene filtro, y esto puede jugarle malas pasadas, como cuando, a pocos días del estreno de 'Venom', soltó que habían cortado más de media hora de sus escenas favoritas. Claro que esa faceta nerviosa y dada a meter la pata es parte de su encanto. No querríamos a un Tom Hardy convertido en un robot entrenado por su publicista, preferimos al que los vuelve locos.

Quizá algún día volvamos a verlo como Max Rockantansky, con o sin Furiosa. Hasta que eso ocurra, seguramente tendrá que transformarse y taparse su rostro otras tantas veces. Para entonces ya habrá pasado mucho tiempo desde que dejamos de conocerlo como el nuevo Marlon Brando y pasó a ser simplemente Tom Hardy.

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