Instagram, la censura y el temor a los desnudos

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Los constantes baneos de cuenta provocan un terremoto en Instagram: su política de censura le ha creado poderosos enemigos

¿Por qué Instagram tiene vetados los desnudos como si del peor mal de la sociedad se tratara? Cada vez más gente se planta contra la política de censura de Instagram, y pide reformas en el sistema y más claridad a la hora de bloquear cuentas. ¿Es el momento del cambio?

Por Guille Galindo  |  20 Junio 2019

Instagram se ha buscado unos enemigos duros de roer, más que cualquier otra empresa tecnológica. Se trata de los profesionales de contenido para adultos, que se han manifestado en las puertas de la sede de la red social en Silicon Valley protestando por el bloqueo masivo de sus cuentas, concretamente más de 1.000 en 2019, según informa The Guardian. El problema es el mismo de siempre: la censura de Instagram a todo lo que no sea un contenido blanco.

Las normas primarias de Instagram con respecto a la suspensión de cuentas están claras, así como las de Facebook, la empresa que se hizo con sus servicios allá por 2012: nada de apología al terrorismo, de fake news o de actitudes reprobables. ¿Pero son los desnudos una actitud reprobable? ¿Todavía el cuerpo de una mujer o de un hombre es un tema tabú que merece ser baneado?

Como es lógico, debería haber unos controles, como asegurarse de que esas publicaciones se suben de manera consciente y deliberada por la propia persona, y que cumplen con unos estándares mínimos. Pero de ahí a censurar cada pezón femenino, por poner el ejemplo más evidente, hay un mundo. Lo que nos queda entonces es una red social aparentemente moderna con la misma moralidad y mentalidad tradicional de siempre. El desnudo a lo largo de la historia se ha visto en el arte como un signo de liberación para muchos artistas liberadores, de dar normalidad a lo más normal que tenemos: nuestro cuerpo.

Todo es censurable en Instagram.
Todo es censurable en Instagram. Shutterstock

Sin embargo, los artistas que ahora han recogido esa idea no pueden plasmarla en la red social más importante entre las nuevas generaciones. Ellos también llevan protestando tiempo al margen de los creadores de contenido para adultos, así como modelos o plataformas de educación sexual, también vetadas por el mero hecho de tratar temas relacionados con el sexo.

Una censura sin explicación

Las protestas de los trabajadores en el mundo del contenido para adultos tienen dos puntos fundamentales: la opacidad en la normativa de Instagram y el mal trato a los usuarios. El primero de estos preceptos es compartido por la mayoría: ¿por qué Instagram no es clara con su política de actuación en cuanto a los desnudos y los temas sexuales? ¿Por qué prohibirlos sin más de forma tan oscura y poco clara en vez de intentar revertir la situación y dedicar más tiempo a este asunto, tratándolo con mayor naturalidad?

Y claro, luego está el tema de la suspensión de cuentas, la mayoría de ellas restringidas sin previo aviso, sin un mensaje en el que te expliquen los motivos o una advertencia que muestre en qué estás rompiendo las normas. El problema es que mucha gente depende de Instagram para sus ingresos, al llevar cuentas con miles de seguidores, y esta restricción inesperada supone un grave problema para ellos, así como el no saber cuándo les será devuelta su cuenta. Algunos la consiguen de nuevo tras una infatigable lucha y decenas de correos enviados; otros, ni por esas.

Y de repente, cuenta baneada, sin saber muy bien por qué.
Y de repente, cuenta baneada, sin saber muy bien por qué. Shutterstock

Estos inconvenientes se han agravado en los últimos tiempos, tal y como comentábamos anteriormente, hasta llegar a unos niveles intolerables. Finalmente la protesta en las puertas de Silicon Valley se disipó tras una reunión con miembros de Instagram, que aseguraron que las cuentas bloqueadas volverían a estar activas, y que valorarían un cambio en la política de censura de la empresa.

No sabemos si las palabras se las llevará el viento o si realmente Instagram tiene intención de reaccionar y darse cuenta de que ha llegado demasiado lejos con su forma de actuar, pero por su bien debería reconsiderarlo. Muchos de estos profesionales a los que damos hoy voz ya están reclamando una aplicación similar menos restrictiva, y no le convendría a la compañía adquirida por Mark Zuckerberg tener más enemigos y trabas de las que ya acumula. A ver si, de esta manera, nos damos cuenta de una vez de que un cuerpo desnudo no es un algo que haya por qué esconder, menospreciar o desligitimar, ni por supuesto censurar.

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