Historia y concepción del poliamor, la relación anterior a la monogamia que se ha puesto de moda

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El poliamor vino antes que la monogamia: animales y tribus prehistóricas ya lo practicaban

Mantener relaciones afectivas y sexuales con varias personas a la vez, con el consentimiento de todas las partes, no es algo común en nuestra sociedad. A pesar de que el sistema socioeconómico se esfuerza en sostener el relato de la monogamia, lo cierto es que hubo un tiempo en el que los seres humanos eran poliamorosos. De nuevo, esa forma de relacionarse está adquiriendo mayor visibilidad y practicantes.

Por Javier Fernández  |  13 Marzo 2019

Según la RAE, transgredir es quebrantar una ley, un precepto o un estatuto. Asimismo, el diccionario Oxford define el poliamor como la práctica de entablar múltiples relaciones sexuales con el consentimiento de todas las personas involucradas.

Conociendo ambas definiciones, es lógico señalar que el poliamor es, en nuestros días, trangresor. Es preciso apuntar que lo es hoy en día, debido a unas causas socioeconómicas determinadas, porque, como veremos a continuación, el poliamor ha formado parte de numerosas sociedades prehistóricas e incluso de la manera de relacionarse que han tenido siempre algunos animales.

El poliamor, a pesar de ser una forma alternativa de relacionarse afectiva y sexualmente, fue practicado por tribus cazadoras-recolectoras primitivas.
El poliamor, a pesar de ser una forma alternativa de relacionarse afectiva y sexualmente, fue practicado por tribus cazadoras-recolectoras primitivas. Shutterstock

Amor prehistórico

Un estudio del departamento de antropología de la University College London determinó que la igualdad entre hombres y mujeres podía ser una de las razones que explicasen el funcionamiento de los grupos cazadores-recolectores.

Mark Dyble, antropólogo que dirigió el estudio, afirmó que "hay una percepción generalizada de que los grupos de cazadores-recolectores eran machistas, dominados por el hombre. Nosotros diríamos que es con el inicio de la agricultura, momento en el que la gente puede empezar a acumular recursos, cuando la discriminación apareció". A partir de este momento, a los hombres les compensa mucho más "acumular recursos y formar alianzas con otros hombres de su misma especie".

Esta situación de primitiva igualdad pudo desarrollar formas afectivas como el poliamor. El antropólogo Lewis Morgan estudió los comportamientos de la tribu de los Iroqueses y publicó los resultados en su libro 'La Sociedad Antigua'. El autor pudo observar cómo las familias de estos indios estaban basadas en relaciones poliamorosas donde los hombres y las mujeres vivían en igualdad (la posible en aquel contexto histórico).

De hecho, esta obra fue tenida en cuenta por Friederich Engels cuando el autor alemán comenzó a trabajar en su libro 'El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado', que le llevó a señalar que las tribus prehistóricas vivían bajo un "comunismo primitivo".

Otros antropólogos prefieren utilizar el término 'igualitarismo feroz' para nombrar a aquellas sociedades basadas en el poliamor y en las que las personas vivían en igualdad (de nuevo, la posible en aquel contexto histórico).

Por otra parte, existen animales que también practican el poliamor. En la obra 'Sex at Dawn', los autores señalan que los bonobos viven en sociedades construidas en torno a las hembras, en las que el sexo juega un papel muy importante, por lo que tanto ellas como los machos se aparean con múltiples miembros de su misma especie.

Los bonobos están organizados en sociedades donde los machos y las hembras practican sexo con múltiples miembros de su misma especie.
Los bonobos están organizados en sociedades donde los machos y las hembras practican sexo con múltiples miembros de su misma especie. Shutterstock

Si está demostrado, por lo tanto, que hubo tribus cazadoras-recolectoras cuya organización cumplía los parámetros del poliamor, y que incluso hay animales que lo practican, es curioso que esa forma múltiple de relaciones afectivo-sexuales esté considerada hoy en día como algo novedoso y transgresor. El motivo es la condición de la monogamia como única forma socialmente aceptada de mantener relaciones afectivas y sexuales.

No se nace para amar a una sola persona

De nuevo, existen especies animales monógamas y especies que no. El 90% de las aves, por ejemplo, son monógamas, mientras que solo el 3% de los mamíferos lo son.

Las razones son numerosas. Los investigadores apuntan que la razón principal de las relaciones monógamas entre los animales es el cuidado y la protección de las crías. Por otra parte, señalan que la razón del número reducido de la monogamia, por ejemplo en el caso de los mamíferos, es que al ser la hembra quien amamanta a las crías, los machos tienen "energías adicionales que podrían utilizar para aparearse con otras hembras", como indica Dietar Lukas, investigador del departamento de Zoología en la Universidad de Cambridge, pues su principal objetivo es asegurar la descendencia.

Sea como fuere, lo cierto es que hubo un momento en la historia en el que el ser humano adoptó la monogamia. Las razones que dan los investigadores para este cambio son varias: la protección de la prole, la tendencia a acumular provisiones e incluso la prevención de enfermedades de transmisión sexuales.

Sobre este último argumento, Chris Bauch, investigador de la Universidad de Waterloo en Canadá, sugiere que algunos sucesos naturales, como el contagio de las enfermedades "pueden tener gran influencia en el desarrollo de normas sociales y, en concreto, en la forma de juzgar de los grupos humanos".

Por otra parte, Christopher Ryan, doctor en Psicología y co-autor del mencionado 'Sex at Dawn', señala que "como consecuencia de la propiedad privada y la herencia, por primera vez en la historia de nuestra especie, la paternidad se convirtió en una preocupación primordial", comenzando así el modelo de relación afectivo-sexual que impera hasta la fecha.

El cuento de la monogamia

Coral Herrera, escritora y doctora en Humanidades, afirma que "al capitalismo le conviene que nos relacionemos de dos en dos , en unidades familiares de dos personas en edad reproductiva que formen una familia feliz con su casa, su hipoteca, su coche, su perro y sus hijos (...) no le interesa que nos queramos en grupo...".

El capitalismo reproduce el mito de la monogamia: desde los productos culturales hasta las doctrinas religiosas.
El capitalismo reproduce el mito de la monogamia: desde los productos culturales hasta las doctrinas religiosas. Shutterstock

Esta forma dual de relacionarnos está apuntalada, además, con la gran propaganda del amor romántico que vemos en gran parte de las doctrinas religiosas y en la mayor parte de productos culturales que tenemos a nuestro alcance: el chico fuerte, hábil y astuto resuelve un determinado conjunto de situaciones complejas que desembocan en la consecución del amor de la chica guapa, débil y necesitada a la que, probablemente, haya salvado previamente de cualquier peligro.

Este relato lleva inoculándose en la sociedad durante muchísimo tiempo y sostiene la aceptación general de un modelo de relación que realmente no es el natural para los seres humanos. España, por ejemplo, es el quinto país con mayor tasa de divorcios a nivel mundial, con un 61%, según Business Insider.

El poliamor, ¿la solución?

Para Giazú Enciso, autora de la tesis 'Poliamor, afectos y emociones', "el poliamor no sirve a todo el mundo, como la monogamia tampoco". Pero para ser poliamoroso es preciso haberse informado previamente y haber realizado un proceso de formación en la cuestión. No es tan fácil como lo pintan.

Janet Hardy, autora de 'Ética Promiscua', apunta que existen tres condiciones indispensables para poder practicar el poliamor: ser conscientes de cómo somos, tener cierta tolerancia al caos y empatía. Hablar, por lo tanto, se convierte en un factor primordial.

Amor con una persona, dos, tres, cuatro...

Está demostrado que no existe una forma única y natural de amar. Hay gente que no se siente cómoda bajo la monogamia y también hay gente que le sucede lo mismo con el poliamor. Al final, lo mejor es escuchar a Judith Lipton, miembro destacado de la Asociación Americana de Psiquiatría, quien asegura que "tanto a los machos como a las hembras, a los hombres y las mujeres, les gusta la variedad sexual". Eso sí, siempre con precaución.

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