Sabemos que Nick Kyrgios es capaz de perder los papeles bajo presión, pero no es el único...
Millones de ojos miran con lupa cada movimiento de sus deportistas favoritos, pero a veces no corresponden a sus fans con las actitudes que se esperan de ellos.
14 Julio 2022
|Tras su actuación en la final de Wimbledon, donde vimos a Nick Kyrgios en pleno esplendor, tanto para lo bueno como para lo malo, el debate sobre su figura vuelve a estar candente. ¿Genio incomprendido o peligro para el buen hacer del tenis?
Lo cierto es que el tenista australiano acumula más comportamientos polémicos que títulos en su vitrina. Los gritos en la pista central de Wimbledon siempre son llamativos, pero no es, ni de lejos, su actuación más rebatible.
En el torneo de Roma de 2019, durante un partido frente al noruego Casper Ruud, Kyrgios se encaró con un sector de la grada por los comentarios que estaban profiriéndole. El juez de silla tomó la decisión de sancionar a Kyrgios con un juego en contra por esta antideportiva conducta, pero el jugador no se tomó a bien este castigo y la rabia se apoderó de él. Después de romper la raqueta, lanzó una silla en dirección al terreno de juego, y el árbitro no tuvo más remedio que descalificarle y dar la victoria a su oponente.
No es la primera actuación polémica del australiano y no será la última. Para ser deportista profesional en cualquiera de sus disciplinas, hay que estar hecho de otra pasta. Todo deporte exige miles de horas de entrenamiento si quieres llegar a ser el mejor. Pero llevar la preparación perfecta no siempre es suficiente para conseguir los ansiados títulos. De hecho, hay factores que nunca podrás cambiar, como el talento natural o la estatura.
En los deportes de equipo, está claro que la habilidad de los compañeros, y la comunicación establecida entre todos los miembros de la plantilla son totalmente indispensables para llegar a conseguir buenos resultados.
No olvidemos tampoco que uno de los grandes atractivos que hacen que los deportes sean el espectáculo más visto del mundo, es la suerte. El grado de influencia que tiene la diosa fortuna depende del deporte del que estemos hablando, pero siempre puede tomar parte, en mayor o menor medida. A esto hay que sumar la presión de los clubes o patrocinadores que invierten en los jugadores y de entrenadores y aficionados, que en muchas ocasiones no son todo lo respetuosos que deberían, y por supuesto, la presión que se autoimpone cada uno.
Lo más visto
La mente de un deportista que aspira a ser campeón debe estar muy amueblada para tomar la decisión correcta en milésimas de segundo, y poder dar el extra que te da la fuerza anímica en el momento adecuado. Pero no solo Kyrgios se deja llevar por sus impulsos rabiosos, otros muchos deportistas han demostrado que su mala cabeza es casi tan poderosa como su enorme talento.
Paolo Di Canio
Uno de los jugadores de fútbol con peor carácter que se recuerdan en Europa. Desarrolló casi toda su carrera entre la liga italiana y la inglesa, destacando con su buen juego en la Lazio y en el West Ham. Durante su carrera nos dejó goles antológicos, pero también una serie de gestos que denotaban un carácter complicado y agresivo.
Entre sus momentos más destacables encontramos un encuentro que disputó con el Sheffield Wednesday. El árbitro le acababa de mostrar la tarjeta roja, y el italiano le dio un empujón tirándolo al suelo. La caída del colegiado fue cuanto menos aparatosa, probablemente más que el desplazamiento del delantero, pero la sanción fue igualmente de 19 partidos: 11 provenientes de la Premier League y 8 de su propio club.
Jugando en la Lazio, club de la ciudad de Roma, también tuvo un incidente, pero este con un marcado carácter político, pues durante la celebración de un tanto ejecutó el saludo fascista, cosa que no agradó ni a directiva, prensa o aficionados del club capitalino.
Su vida tras su retirada no ha quedado exenta de controversia. Fue entrenador del Swindon Town y del Sunderland; donde protagonizó varios sucesos como la pelea a puñetazo limpio con uno de sus jugadores en el interior del túnel de vestuarios.
La ironía es que recibió el premio 'Fifa Fair Play Award' por su deportividad en un encuentro en el que pudiendo marcar un gol paró el partido porque el portero rival se había dado un golpe en la cabeza.
Max Verstappen
El piloto holandés Max Verstappen es un angelito si lo comparamos con Di Canio, pero también ha dejado detalles de un carácter temperamental e impulsivo. Esto le ha permitido pelear en su ya dilatada carrera contra monoplazas mejores que el suyo y pilotos más experimentados, pero también le ha jugado malas pasadas.
Quizás los que se hayan apuntado a la F1 con 'El Plan' no lo sepan, o solo le hayan visto ir al límite (y sobreexcederlo en las últimas carreras) en la temporada 2021 con Lewis Hamilton, pero lo del apodo de 'Mad Max' no va solo por su agresividad en la pista.
En el GP de Brasil 2018 (ahora GP de São Paulo), el Red Bull de Verstappen rodaba en primera posición en la que estaba siendo una gran carrera. Sin embargo, el Force India de Ocon se cruzó en su camino. El francés, que circulaba con vuelta perdida, acababa de cambiar los neumáticos y poner superblandos (los más rápidos), mientras Verstappen llevaba blandos, y con muchas vueltas de desgaste. Por unas vueltas, Ocon era más rápido que Max, e intentó desdoblarse. Acto seguido, en una maniobra en la que es complicado determinar la culpabilidad, ambos coches terminaron fuera de la pista.
Verstappen finalizó en segunda posición, algo insuficiente para él tras rozar la victoria con la punta de los dedos, y decidió tomarse la justicia por su mano. Ya avisó a su equipo por la radio de que esperaba encontrarse a su inesperado enemigo en el paddock, y cuando lo tuvo frente a frente no dudó en encararse y empujar a un inofensivo Ocon, que intentaba razonar su actuación. Al final, la sanción por una acción agresiva y poco habitual en el 'Gran Circo' fue absolutamente irrisoria.
La personalidad de Verstappen se ve fundamentalmente en sus conexiones de radio, que son, con diferencia las más censuradas de toda la parrilla. La cantidad de tacos e improperios que suelta a lo largo de una carrera hacen que muchas de las grabaciones sean indescifrables entre tantos pitidos.
Pepe
Kepler Laveran de Lima Ferreira, más conocido como Pepe, es un futbolista que actualmente milita en el Porto. Durante diez años defendió la camiseta del Madrid, y fue conocido por su extrema agresividad, y exceso de celo defensivo. Contra su capacidad defensiva no se puede ir porque ha demostrado en muchas grandes ocasiones que su nivel era de un defensa central 'top' a nivel mundial. Tanto en su faceta agresiva como en la puramente futbolística, es un zaguero al que los delanteros rivales preferirían evitar.
La acción más flagrante y con la que consagró su fama de violento fue el penalti con doble agresión que cometió sobre el mediocampista del Getafe, Javier Casquero. Después de empujarle dentro del área, sin saber siquiera si el árbitro había concedido la pena máxima o no; pateó al jugador azulón en dos ocasiones y con una fuerza descomunal. Pero la ira del portugués no acabó ahí, y en la tangana posterior soltó un puñetazo al uruguayo Juan Albín. Diez partidos le cayeron, aunque mucha gente lo consideró un castigo muy leve para la conducta del jugador.
Un pisotón a Messi en la mano, varias faltas con una fuerza desproporcionada y algunos teatros innecesarios se encuentran también en el abanico de acciones antirreglamentarias del jugador. En cambio, las últimas temporadas con la elástica blanca fueron más relajadas, nunca perdería su "intensidad" pero se tranquilizó bastante.
Luis Suárez
El '9' uruguayo se ha visto envuelto en tres grandes polémicas a lo largo de su vida futbolística. Y en las tres el delito es el mismo. Morder rivales.
La primera vez que dejó su marca en un rival fue jugando en el Ajax de Ámsterdam, en las postrimerías del partido contra el PSV, su máximo rival en la pugna por el título de campeón de la Eredivisie. En medio de una discusión entre varios jugadores el 'charrúa' mordió el cuello de Otman Bakkal. En aquel ya lejano año 2010 le cayeron 7 partidos de sanción, más 2 que le impuso su club.
Tres años después, esta vez jugando en el Liverpool, repitió su dentellada, pero esta vez la víctima fue el brazo del jugador serbio del Chelsea, Branislav Ivanovic. Todo sucedió durante una pugna por la posición dentro del área 'blue', con el balón aún en juego. La reincidencia hizo que en este caso fueran 10 partidos en los que no pudo participar tras el incidente.
Solo un año después, en el Mundial de Brasil 2014, Luis Suárez haría su tercer y, por el momento, último ataque. Su víctima, el defensa Giorgio Chiellini, de la selección italiana. En esta ocasión no hubo clemencia con él y se perdió lo que restaba de competición, dejando a Uruguay realmente coja de cara a sus siguientes compromisos. 9 partidos y cuatro meses sin poder participar en ninguna competición, hicieron atrasar su debut con el Barcelona, fichaje del que se llegó a decir que el club blaugrana había puesto una cláusula 'antimordiscos'.
Metta World Peace
La NBA, la competición de baloncesto más importante del mundo, es un espectáculo constante. Pero no siempre la canasta y la pelota son los protagonistas. Las peleas entre jugadores contribuyen también a generar interés y, por lo tanto, dinero.
Pero si ha habido un jugador que ha dado juego dentro y fuera de la cancha ha sido Ron Artest, digo Panda's Friend, digo, Metta World Peace. Sí, bueno, lo cierto es que se cambió de nombre dos veces. Este alero ya retirado fue un quebradero de cabeza para rivales, compañeros y entrenadores durante muchos años. Su rendimiento era fantástico, y su labor defensiva encomiable, pero su carácter le llevó a ser parte de los momentos menos deportivos de la NBA en este siglo.
Sus acciones de dudosa deportividad durante el juego, venían acompañadas de otras igual o peores con el reloj parado. Un codazo a James Harden y un manotazo criminal a Stoudemire se quedan cortas con la pelea que mantuvo con Wallace (Detroit Pistons) y varios aficionados rivales.
Posteriormente confesó que había tenido que acudir al psiquiatra, a quien le dedicó el anillo conseguido con los Lakers, debido a los problemas mentales que sufría. Además intentó resarcir sus acciones y su fama donando mucho dinero en favor de la psicología y la psiquiatría infantil.