La crisis de 2008 está matando (literalmente) a los jóvenes

Cómo la crisis de 2008 está matando (literalmente) a los jóvenes

La adicción de los jóvenes estadounidenses al alcohol y las drogas desde el comienzo de la crisis ya no puede ser tapada por un gobierno que ve cómo el futuro de país agoniza en las calles. La crisis ha terminado con las esperanzas de la juventud, y las consecuencias son devastadoras, también en España.

Por Guille Galindo  |  17 Agosto 2018

Estados Unidos ha dado la voz de alarma, pero el problema afecta a todos los países, incluido España. Los jóvenes acarrean serios problemas de salud, y muchos de ellos se están muriendo, por culpa del alcohol y las drogas. Los expertos apuntan a un mismo desencadenante: la crisis económica de 2008.

La revista médica BMJ ha alertado de que las muertes por cirrosis producidas por el consumo excesivo de alcohol han aumentado un 65% entre 1999 y 2016 en EEUU. La cirrosis, enfermedad que afecta al hígado, acarrea numerosos problemas, como infecciones, peritonitis, sepsis, hemorragia intestinal o encefalopatía hepática. Es también uno de los principales causantes del carcinoma hepatocelular, es decir, el cáncer de hígado, enfermedad que ha causado el doble de muertes en 2016 de las que hubo en 1999.

El estudio, que recoge los datos del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU, hace hincapié en la franja de edad comprendida entre los 25 y los 34 años, el grupo en el que más ha incrementado el porcentaje de muertes relacionadas con la cirrosis, con una subida anual del 10,5% desde 2009 tras una década de progresivo descenso. Los autores del proyecto, los profesores de Gastroenterología Elliot B. Tapper y Neehar D. Parikh, apuntan a la crisis económica como la principal razón de estos preocupantes datos.

Un problema que afecta especialmente a los pobres

La pérdida o ausencia prolongada de empleo y el temor a que todo se desvanezca causan un estrés en la población joven, la que más sufre las consecuencias de la recesión junto a los mayores de 50 años, lo que provoca que muchos de ellos traten de olvidar sus problemas con la bebida, entrando en una espiral de la que es muy difícil escapar. El tratamiento en Estados Unidos de la cirrosis es extremadamente caro, hecho que acarrea problemas familiares y sociales a todos los que rodean a la persona que sufre la enfermedad.

El alcoholismo entre los jóvenes ha aumentado desde la crisis de 2008.
El alcoholismo entre los jóvenes ha aumentado desde la crisis de 2008. Shutterstock

Kentucky, Nuevo México y Arkansas son los estados con un mayor índice de mortalidad según BMJ, casualmente tres de los territorios que más han sufrido las consecuencias de la crisis. La demografía es importante, ya que el volumen de muertes por cirrosis entre los jóvenes es mucho mayor en la zona sur del país que en el norte, cuyo nivel de vida es más alto.

La Oxford Academic también quiso estudiar en su momento la relación entre la crisis y el alcohol en Estados Unidos. Se centró en 2008 y 2009, los peores años para el país norteamericano. De las 2 millones de personas que completaron su estudio, 770.000 habían comenzado a beber de forma más aguda al inicio de la crisis. El perfil mayoritario seguía un mismo patrón: hombre blanco, menor de 30 años y que, o acababa de ser despedido, o llevaba menos de dos años en paro. Muchos de ellos padecen ahora enfermedades del hígado o han fallecido en los últimos años.

Los efectos de la crisis en España

La crisis financiera no solo ha terminado con las esperanzas de la población joven, es que además está acabando con parte de ella. En el caso de España, uno de los países que más ha sufrido y continúa sufriendo la crisis, las consecuencias han sido también nefastas para la salud de la población, tanto joven como adulta. La diferencia en el número de casos de trastornos en la salud mental entre 2006, antes de que explotara la burbuja, y 2010, ya en plena crisis, es más que plausible. En ese lapso de tiempo los trastornos de ánimo aumentaron un 19% entre los españoles, los trastornos de ansiedad un 8% y los trastornos de abuso de alcohol un 5%, según el estudio IMPACT, recogido por el informe SESPAS de 2014.

En España, la crisis ha fomentado el consumo de alcohol y fármacos.
En España, la crisis ha fomentado el consumo de alcohol y fármacos. Shutterstock

Dicho estudio aboga por una política eficaz de prevención en el consumo de alcohol entre la gente joven, que empieza a tener problemas serios con el alcohol a partir de los 21 años. Apoyándonos en las investigaciones de la Universidad Pompeu Fabra y del Instituto Hospital el Mar de Investigaciones Médicas, durante los años de crisis galopante el consumo de alcohol se redujo en líneas generales, en parte por la escasez económica. Sin embargo, lo que sí ha aumentado es el número de personas con adicción al alcohol o con un consumo esporádico excesivo. De nuevo, factores como la pérdida de trabajo y las dificultades económicas se sitúan como los motivos principales de este hecho. El perfil vuelve a ser similar que el de EEUU: hombre joven desempleado.

No obstante, en el caso de España el número de muertes por cirrosis y enfermedades derivadas ha descendido en los últimos años, más allá de un repunte en 2009. En 2016 fallecieron 4.679, uno de los datos más bajos desde que se tienen registros. La diferencia entre la sanidad pública de un país y la privada del otro es fundamental a la hora de explicar este aspecto. La posibilidad de tratamiento en España sin el abusivo coste del estadounidense favorece el descenso de la mortalidad.

De igual modo, las costumbres y estilo de vida pueden marcar otra diferencia significativa. Los españoles cuentan con el apoyo cercano y la atención de sus padres hasta una edad más tardía. En Estados Unidos la autonomía es mucho mayor, así como las responsabilidades y el estrés que afronta la persona, especialmente si es hombre por todos los roles de género existentes en la sociedad que ha adherido como propios a su vida personal.

El cannabis, cada vez más extendido entre los jóvenes.
El cannabis, cada vez más extendido entre los jóvenes. Shutterstock

Los españoles hacen uso del cannabis contra la desmotivación del sistema

Sin embargo, no por eso tendríamos que suponer que el problema es inexistente en nuestro país. La ONG Controla Club preguntó en 2013 a los jóvenes las razones que les llevaban a beber alcohol. La diversión se mantuvo en el primer puesto, mientras que en segundo lugar, y acortando distancias, aparecía la necesidad de evadirse de la realidad de la crisis.

El presidente de la asociación alertaba que esta sensación de desapego y de falta de motivación ante la escasez de oportunidades podrían desembocar en el consumo de drogas, una tendencia que ya mostró el Proyecto Hombre balear en su memoria anual de 2011, en la que destacaba que el consumo de heroína en el territorio se había adelantado una media de 4,4 años entre los jóvenes de 2011 con respecto a los que se iniciaban con la droga antes de la crisis.

No obstante, el informe EDADES del Gobierno en su última edición no refleja un repunte de la heroína en los años de crisis, al contrario que en Estados Unidos, donde su consumó creció un 79% entre 2007 y 2012, según datos oficiales, y solo en 2016 fallecieron 35.000 personas por esta droga o derivados, como el fentanilo o el carfentanilo. En total, más de 60.000 personas perdieron la vida ese año por sobredosis, la principal causa de muerte entre los estadounidenses menores de 50 años.

Volviendo a España, la única sustancia que ha despegado con la crisis ha sido el cannabis. Según el informe EDADES, el 60% de los consumidores son hombres de 15 a 34 años, el sector más afectado por la falta de empleo. También lo han hecho los fármacos antidepresivos, así como los somníferos y ansiolíticos, cuya venta ha aumentado considerablemente (un 10% entre 2006 y 2010) a raíz de una salud mental más frágil como consecuencia de la delicada situación laboral, económica y social a la que hay que hacer frente.

Alcohol y drogas son dos enemigos muy amigos de la juventud desde hace mucho tiempo. La ausencia de trabajo, la presión constante por perderlo o la desesperanza ante un sistema que torpedea a los jóvenes no hacen sino aumentar esta relación. Diez años después, todavía sufren las consecuencias de una crisis que no provocaron y que está terminando con ellos.

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