IMDB
Los 'clubes de la lucha' en la vida real: así ha influido Tyler Durden en nuestra sociedad
En 1996, Chuck Palahniuk publicó la historia de un hombre cercano a los treinta años que, agobiado por un trabajo estresante, sumergido en una vida aburrida, decide desfogarse a través de las peleas con extraños. Aquel libro supuso el nacimiento de Tyler Durden, un personaje cuya influencia va más allá de los meros planteamientos filosóficos... Solo hay que ver los clubes de la lucha que se han montado en la vida real.
10 Julio 2019
|En la madrugada del 25 de mayo de 2009 se produjo una explosión en el barrio neoyorkino de Upper East Side, frente a un Starbucks. La policía, al principio, pensó que este ataque podía estar vinculado con otras tres explosiones similares que se habían producido recientemente durante aquel año. Sin embargo, la realidad era bien distinta: el terrorista, un joven de 17 años llamado Kyle Shaw, había perpetrado el ataque tras haberse inspirado en 'El club de la lucha'.
"Sus declaraciones indicaron que estaba organizando su propio 'Proyecto Mayhem'", dijo el comisario Raymond W. Kelly. El objetivo de este proyecto, tanto en la novela de Chuck Palahniuk como en su adaptación cinematográfica protagonizada por Brad Pitt y Edward Norton, era atacar diversas multinacionales, responsables de la esclavitud moderna a la que la población se hallaba sometida.
Este no es el único caso de gente que ha emulado acciones descritas en la obra de Palahniuk. La mayoría de ellos están relacionados con el elemento clave de la historia de Tyler Durden: la creación de clubes de lucha.
Variación de las reglas originales
Quienes hayan visto la película o hayan leído el libro saben que existen ocho reglas sagradas en el club de Tyler Durden.
Como veremos a continuación, la mayoría de ellas no se cumplen, aunque sí se respetan algunas otras. Sin embargo, existe un denominador común: hombres, de todas las edades y condiciones sociales, dispuestos a pelear entre sí.
Peleas en el corazón de la alta tecnología
Uno de los casos más célebres es el Gentlemen's Club, un club de la lucha fundado en Silicon Valley por un ingeniero informático llamado Gints Kilmanis, en 1998, dos años después de la publicación de la obra de Palahniuk y uno antes del estreno de la película.
Lo más visto
Los trabajadores de las compañías tecnológicas tienen jornadas muy estresantes que pueden durar hasta las 12 horas. Por esta razón, muchos de ellos han pasado por el garaje de Kilmanis, para desfogarse: "Cuando salgo de este lugar quiero hacer de todo menos esto (su trabajo), quiero reventar a alguien", decía dijo Zack Willis, mánager de tecnología informática.
Kilmanis usa las peleas como un remedio contra la 'existencia cubícula', es decir, la forma de trabajo de Silicon Valley: extenuantes jornadas de trabajo, sentado en una silla, aislado, frente a una pantalla. De hecho, este ingeniero informático afirma que prefiere tener cicatrices por los combates que sufrir problemas de espalda, muñecas o dolores de cabeza derivados de su trabajo.
Es imposible, leyendo el párrafo anterior, no acordarse de la imagen de Edward Norton en 'El club de la lucha': el oficinista trabajando con la cara magullada, lleno de heridas, pero sin darle importancia a prácticamente nada.
Sin embargo, el método del Gentlemen's Club difiere del que se puede observar en el filme. En este club, los luchadores pelean con ropa de hacer deporte, zapatillas, cascos y emplean objetos de todo tipo, desde sillas, raquetas de tenis, sartenes, revistas enrolladas y sticks de hockey, hasta cuchillos romos, escobillas y tapas de váter.
Otro de los objetos que también se emplean en los combates es el teclado del ordenador. Ryoga Vee, probador de software y luchador del club, explicó lo siguiente: "El teclado, cruz de nuestra existencia, representa nuestras vidas mundanas (...). Significa lo que más odiamos".
Por otro lado, como las peleas se celebran en una propiedad privada, entre hombres adultos que dan su consentimiento, no existen problemas legales. No obstante, esto no siempre es así en Estados Unidos.
Los clubes de la Gran Manzana
En diciembre de 2011, la revista Time publicó el reportaje fotográfico 'The Old One Two' de Devin Yalkin, en el cual se mostraban imágenes de peleas clandestinas en las que participaban todo tipo luchadores: de marines a millonarios, pasando por hipsters y modelos.
A diferencia del club de Silicon Valley, estas peleas eran combates de boxeo, con guantes y bucales permitidos: nada de cuchillos romos o raquetas de tenis. Además, también había un árbitro para controlar el desarrollo de la pelea.
No obstante, todo esto era ilegal. Sin embargo, Yalkin tuvo conocimiento de estos eventos a través de unos amigos: el famoso 'boca a boca', tal y como sucede en la obra de Palahniuk. Así que, cuando supo dónde podía presenciar estos combates, cogió su cámara y allá que se fue.
Concretamente, a un gran edificio del barrio Lower East Side de Manhattan, junto a una gran cantidad de personas. Mientras subía las escaleras hacia el piso donde se celebraba la pelea, comenzó a sentir cómo los muros prácticamente vibraban por el alto volumen de la música, "como si hubiera un metro debajo de nosotros", afirmó Yalkin.
Al llegar allí, el fotógrafo fue testigo de una escena trepidante: un ring, con dos boxeadores no profesionales golpeándose salvajemente, rodeado por una multitud enfervorecida, bebiendo cerveza, gritando y animando a los dos luchadores. Las fotografías de Yalkin expresan eficazmente la velocidad y la locura del ambiente.
El proceso para entrar en el ring era sencillo. Si querías combatir, combatías. Algo muy parecido a lo que se produjo en Moscú durante 2013.
Club de la lucha física... y psicológica
Una vez, mientras navegaba por internet, la fotógrafa rusa Maria Turchenkova se encontró con un anuncio de un curso bastante particular que animaba a los participantes a cambiar su vida y luchar contra su enemigo interior, empleando la famosa cita de Tyler Durden que dice "No sois vuestro trabajo, no sois vuestra cuenta corriente..."
Aquel curso, llamado Familia Ronin, costaba más de 50.000 rublos, es decir, unos 700 euros. Duraba una semana, y en él, se llevaban a cabo todo tipo de vejaciones psicológicas, así como ejercicios físicos extremos, peleas incluidas.
Los fundadores y entrenadores del curso, miembros de un club de peleas clandestino, exigían un certificado de salud a los participantes quienes, posteriormente, debían pasar una entrevista para ser admitidos. Sin embargo, algunas discrepancias entre los dos creadores de la 'Familia Ronin' provocaron el cierre de este salvaje curso.
Más allá del concepto de masculinidad
Tras el éxito de ventas de 'El club de la lucha', la revista Weekly Standard publicó un artículo titulado 'La crisis de la masculinidad', en el que analizaba el progresivo desvanecimiento de los elementos en la sociedad moderna que sostenían el concepto tradicional de virilidad, y el uso de la violencia por parte de los hombres que salen en la obra de Palahniuk para aplacar esa situación de anomia. Más de 20 años después, podemos decir que el artículo no iba mal encaminado.
No obstante, existen otros clubes de la lucha femeninos, como el que fundaron dos mujeres conocidas como Anna Konda y Red Devil en Berlín: sin árbitro, de estilo libre y con un público reducido. La fotógrafa Katazyna Mazur explicó que todo se trataba de "desafiar la propia mente y la del oponente".
Tyler Durden, símbolo de un problema existencial
Por lo tanto, hay claramente un elemento común entre todas estas organizaciones: gente que necesita dar un cambio a su vida y desarrollarse personalmente, empleando la violencia para ello. La duda ahora es si estos clubes hubieran surgido igualmente si Palanihuk no hubiera escrito 'El club de la lucha'. Sin embargo, en la introducción a la edición publicada por Random House, él así lo cree, y aporta una anécdota que justifica su reflexión.
En ella, el autor cuenta que, durante un acto literario en Londres, un joven camarero de un restaurante de lujo reconoció que él ya practicaba el 'terrorismo culinario' (ensuciar la comida antes de servirla a los clientes pudientes) antes de que se publicase el libro. De hecho, tuvo que confesarle a Palahniuk que Margaret Thatcher había sido una de las víctimas para conseguir que el escritor le firmase el libro.
Así que es posible que estos clubes hubieran surgido espontáneamente sin el libro y sin la película. Jamás lo sabremos. Lo único seguro es que 'El club de la lucha' es una de las obras que más impacto ha generado en nuestra sociedad.