Darse tiempo a uno mismo y no pasar página corriendo, la clave para superar una ruptura
Terminar una relación de pareja nunca es fácil. Queramos o no, con una ruptura nos enfrentamos a un proceso de duelo que tenemos que permitirnos vivir. Solo así podremos sentirnos seres completos y estaremos preparados para ofrecer nuestra mejor versión al mundo y a las próximas personas que lleguen a nuestra vida.
26 Julio 2021
|Cuando oímos hablar de la famosa frase "démonos un tiempo", todos pensamos en esas semirrupturas en las que ninguna de las dos partes suele tener del todo claro en qué punto están, cuánto va a durar ese tiempo o cómo lo deben de gestionar. Esos "ni contigo ni sin ti", tengan mejor o peor desenlace, suelen ser todo un martirio, para qué nos vamos a engañar. Al final, nunca terminas de decir adiós y sigues aferrado algo que, puede haber funcionado bien en el pasado o incluso podrá volver a hacerlo en el futuro, pero la realidad es que ahora mismo no lo está haciendo.
Si bien lo de los 'tiempos' es todo un mundo y depende de cada situación, tenemos que tener algo claro: nunca será tiempo para nosotros. Podrá ser tiempo para oxigenar la relación, para aclarar sentimientos, para evitar problemas que no se quieren afrontar, pero nunca un tiempo enfocado a nuestro crecimiento propio, pues en el proceso nunca ha dejado de estar 'presente' la otra persona. Por eso, hoy os venimos a hablar de otro tipo de tiempo. Un tiempo que habremos de tomar por nuestro bien en el caso de aquel otro 'tiempo' ya no sea una opción para nosotros.
La importancia de dejarnos vivir el duelo
Ahí va un topicazo, pero no podíamos evitar decirlo: tomar la decisión de romper una relación no es nada fácil, y mucho menos lo es enfrentarte a esa ruptura y a todo lo que vendrá después. Las razones por las que se puede poner fin a un noviazgo son infinitas, como infinitas son también las formas en las que cada persona pueda afrontar ese proceso de duelo. Sí, es un duelo, así no se haya muerto nadie. Antes de seguir, es necesario entender que duelo y luto no son lo mismo. El segundo es una forma (casi cultural) de expresar dolor por la pérdida, mientras que el primero es un sentimiento o proceso psicológico subjetivo producido por esa pérdida.
Así pues, contrario a lo que muchos puedan llegar a pensar, enfrentar un proceso de duelo no necesariamente implica echarse a llorar durante tres meses seguidos. Es más, puedes sentirte radiante y liberado después de una ruptura, más aún si se trataba de una relación tortuosa que te estaba haciendo infeliz. Eso no quiere decir que no vayas a vivir un duelo, pues, te sientas mejor o peor, acabas de perder algo, concretamente, a una persona con la que decidiste compartir una parte importante de tu vida. Aunque esa separación sea buena para ti y seas consciente de ello, no debes obviar que esa pérdida ha supuesto de una u otra forma un impacto emocional.
Puede que todavía nos parezca extraño, y solo seamos capaces de relacionar la palabra duelo con la muerte de un ser querido, hay que entender que va mucho más allá. En 'Duelo y melancolía' (1917), Sigmund Freud definió el duelo como "la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal...." Así pues, los procesos de duelo ante la pérdida pueden ser muy distintos, como distintas son las personas y sus experiencias de vida. Sobre este asunto ha indagado mucho la psiquiatra estadounidense Elisabeth Kübler-Ross. Para ella, existen 5 etapas en las que se divide el duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Ahora, hay que tener en cuenta que el proceso del duelo no tiene por qué ser lineal, ni toda persona tiene que pasar por esas etapas.
No, construir una relación con 0% de dependencia no es algo posible
Lo que se quiere decir con todo esto es que, independientemente de todo, después de la pérdida de una pareja, hay que afrontar un choque psicológico. Hoy en día las palabra apego y dependencia asustan a la mayoría de las personas (y con razón), pero sería muy iluso por nuestra parte pensar que una gran parte de nuestra vida no se apoyaba en esa otra persona. Muchos adalides de la inteligencia emocional sostienen que es posible mantener relaciones sin el más mínimo ápice de dependencia o apego. Por esta regla, si tu pareja te deja de la noche a la mañana, no deberías sentir ningún dolor. Suena un poco raro, ¿no?
Lo más visto
Por supuesto que construir relaciones sanas basadas en la libertad, el respeto y la autosuficiencia es algo muy importante, pero, cuando decides compartir tu vida al lado de una persona, es casi inevitable que su presencia se convierta en algo esencial en tu vida. Pongámonos ahora en el supuesto de que afrontes un proceso de duelo en el que terminar tu relación te genere dolor, lo cual suele ser lo habitual. Sea cual sea el motivo de la ruptura, tu vida ya no volverá a ser la misma. Tu cerebro lo entiende, tu cuerpo también, y lo manifiesta. Por eso es tan necesario darse un tiempo para volver a conseguir el equilibrio.
Poniendo un ejemplo un poco drástico, si tuviste una relación de amor verdadero, tu pareja se convirtió en una parte de ti, casi como una extensión de tu cuerpo. Antes de conocerla, vivías sin esa extensión, pero ahora que la has perdido, es casi como si te amputaran una pierna, pero al igual que un soldado herido en combate aprende a vivir sin una pierna, tú también aprenderás a vivir sin ella. La diferencia entre el soldado y tu persona es que, una vez te acostumbres a vivir sin esa 'pierna', será como si nunca hubiera estado. Hasta entonces, toca seguir caminando con muletas. Y esto, nada más y nada menos, es el duelo.
Un clavo saca a otro clavo: ¿y si lo sacas tu mismo?
Para muchas personas, las muletas son nuevas relaciones. Unas, porque están intentando llenar el vacío, haciendo la del '"clavo que saca otro clavo". ¿No sería más recomendable sacar el clavo uno mismo, con paciencia, tiempo y trabajo, y después dejar que la herida sane en lugar de meter otro clavo ardiendo en la herida abierta? Otras personas, al sentirse 'bien', creen estar preparadas para empezar algo nuevo, pero, recordemos, según el modelo de Kübler-Ross, la primera etapa del duelo es la negación. Aunque seas plenamente consciente de tu pérdida, puede haber otra forma de negación que consiste en negar de manera inconsciente la existencia del dolor.
Por eso mismo, y sabiendo lo inestables que pueden llegar a ser nuestras emociones con los cambios bruscos, es importante darse un tiempo para uno mismo. Esto no tiene que ver únicamente con no empezar nuevas relaciones, aunque era necesario destacarlo, ya que es una de las formas más comunes de no respetar ese espacio de duelo y de reconstrucción. Para empezar una nueva relación tenemos que estar recuperados y sanos, no rotos con parches que probablemente se irán cayendo. Nadie merece conocer una versión rota y falta de equilibrio de nosotros mismos porque podríamos hacer daño. Esto forma parte de la responsabilidad afectiva, un concepto muy a tener en cuenta.
Una ruptura es una de las mayores oportunidades de crecimiento
Después del dolor que supone un cambio de planes de vida tan drástico, hay que dar paso a un proceso de reconstrucción y de (re)conocimiento. Por muy controlada que parezca estar la situación, no somos los mismos antes y después de estar con esa persona. Las experiencias nos cambian, y más una de este tipo, por lo que volverse a conocer, ya no como parte de un equipo, sino como un jugador que ahora juega solo, es imprescindible para volver a ofrecer nuestra mejor versión al mundo. El duelo post-ruptura también supone un proceso de introspección y de asimilación de las nuevas circunstancias. Darnos un tiempo también implica dejar sentir. Sentir dolor, rabia, decepción, desesperanza o hasta alegría si es el caso.
La clave está en entender que cualquiera de esas emociones podría cambiar de un día para otro, por lo que tomar decisiones importantes que no vayan en pro de esa reconstrucción y de ese tiempo de calidad con nosotros mismos puede no ser muy buena idea. Vivir las etapas sin quemarlas y trabajar por nuestro crecimiento forma parte del amor propio, en cualquier circunstancia. Ahora que tenemos claro que esa persona ya no va a formar parte de nuestra vida, al menos por ahora, lo siguiente es tener claro que es muy complicado tenerlo todo claro. Llegará el momento en el que nos redescubramos, en el que entendamos por qué pasó lo que pasó y el que asimilemos todo el aprendizaje. Hasta entonces, ¿qué tal si nos damos un tiempo?